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Amour courtois

Amour courtois
Drutz et "midons"
"...Entonces me verás...y mi muerte, más elocuente que yo, te dirá qué es lo que se ama cuando se ama a un hombre..." (Pedro Abelardo a Eloísa)

lunes, 23 de julio de 2018

Simplemente, Mudarra



Cuenta la leyenda que Mudarra es hijo del ardor y la poesía, del perfume a azahares y la piedad, del dominio y la integridad, del honor y la venganza, de los vientos y del agua, del dolor y la dulzura, del alivio y de la pena, del vigor germánico y la melancolía árabe, de Gonzalo y Fátima. Acaso su cuna de príncipe bastardo no fue lo que esperaba, él ni nadie. Tal vez tenía los ojos enormes y la piel clara de su madre y el cabello castaño, ligeramente rojizo, de su padre. Concebido para realizar destinos nefastos, no pudo escapar al suyo, sino fatalmente cumplirlo. De recuerdo, lleva consigo, ahora entero, el anillo. Es el que su padre diera a su madre la tarde en que ella, hermana del rey Almanzor de quien Gonzalo era prisionero, le confesara el embarazo; y él, castellano orgulloso, planeó la venganza desde entonces, partió el anillo, dio una mitad a Fátima y se guardó la otra, con la promesa de que el hijo de ambos algún día las uniría. 

Poco dicen de su estampa o de su habilidad con la cimitarra; los poemas sobre su hazaña cayeron en el olvido, perjudicados por las crónicas eruditas de la época. ¿Cómo un juglar, vagabundo, analfabeto, osaría encerrar semejante proeza en la jaula cuyos barrotes son versos de arte mayor?

Mudarra vino al mundo en tristes circunstancias. Supo que tuvo siete hermanos, todos mayores que él y a quienes jamás conoció, pero por ellos ofreció su vida. Por cuestiones de la familia de su padre Gonzalo Gústioz, las rispideces llegaron a punto tal que la sangre corrió, y tuvo que nacer él, Mudarra, para repararlo, sin pedirlo siquiera. Fue ese hermano, el menor de los siete, quien por el germánico honor mató al primo de doña Lambra, don Álvar Sánchez. Y la dama, vengativa, tramó con su esposo Ruy Velázquez la limpieza de la afrenta. Don Ruy envió a don Gonzalo Gústioz con sus siete hijos, caballeros ellos, con una misiva a Córdoba, dirigida a Almanzor. Nada sabían ellos que estaba escrita en árabe con el expreso pedido de asesinato. Fueron decapitados y las cabezas de sus siete hermanos, los hermanos de Mudarra, enviadas ante la presencia de don Gonzalo, prisionero ya. No supo el joven morisco por qué Almanzor se había apiadado tanto, hasta que oyó de labios de su padre el planto más triste y hermoso de la epopeya castellana. Fue su propio tío quien pidió a Fátima entretener y aliviar las terribles penas de tan noble y alto prisionero. Fue esa noche, o una de las tantas noches de amor frecuente, que su destino fue escrito. No por la pluma del poeta Abu Muhammad ibz Hazm o Muccadam ibn Moafa, no, sino con lágrimas y sangre, como las que ahora acababa de derramar el propio Ruy Velázquez, que, tibio aún, yace a sus pies.

Eloísa de Argenteuil

domingo, 22 de julio de 2018

Mudarra el Bastardo


La leyenda de los Siete Infantes 

Tal leyenda, según Menénde PIdal, procede de un cantar de gesta, que comprende cuestiones importantes en su estructura, cuales mitemas: bodas, ayuda para las bodas, deshonra de doña Lambra, 500 sueldos, fidelidad y anillo partido. Como todo texto épico español, presenta sustrato histórico: Gonzalo Gústioz (padre de los Siete Infantes de Lara y de Mudarra, el vengador), Ruy Velázquez, Almanzor y Galve; la mora, hermana de Almanzor y madre de Mudarra, y este último constituyen elementos poéticos.
El mismo don Ramón señala que existió un segundo cantar de gesta de los Infantes, una segunda versión simultánea a manos de los juglares. Aparentemente, la ausencia de poemas que conserven esta historia, pero sí las prosas respectivas en las crónicas, se debe a la elaboración de estas últimas escritas por eruditos, con menosprecio por los juglares. Así, el el nacimiento de los romances está relacionado con el relato de hechos históricos. Al comparar las crónicas y el segundo cantar, se mantienen como comunes a ambos, como la partida de ajedrez, y la sentencia del traidor.
En este punto señala que existió un segundo cantar de gesta de los Infantes. Es decir, que con el paso del tiempo, los juglares, al menos crearon una segunda versión del hecho que narraban. Posteriormente pasa a analizar las crónicas que se inspiran en ese segundo cantar de gesta. Señala los lugares comunes épicos con otros cantares 
El cantar de gesta fue compuesto hacia el año 990, en el transcurso de las bodas entre Doña Lambra —natural de Bureba— y Ruy Velázquez de Lara (o Blásquez) —. Este último era hermano de Doña Sancha, madre de los Iinfantes; por lo tanto, se enfrentan los familiares de la novia con los de Lara. De ese enfrentamiento resulta muerto Álvar Sánchez, primo de Doña Lambra, a manos de Gonzalo González, el menor de los siete infantes.
Luego de varios sucesos de ofensas y tensiones entre ambas familias, Velázquez urde un plan por el que Gonzalo Gustioz, señor del enclave de Salas, es enviado al moro Almanzor con una carta cuyo contenido indica que sea matado el portador de la misiva, cuyo contenido desconocen padre e hijos debido a que está escrita en árabe. Los siete hermanos de Lara habían sido dirigidos hacia una emboscada ante tropas musulmanas en la que, a pesar de su valía guerrera, son decapitados y sus cabezas remitidas a Córdoba por órdenes de su tío Ruy Velázquez. Allí serán contempladas dolorosamente por su padre en uno de los plantos más emotivos de toda la epopeya castellana.Almanzor se apiada de Gonzalo Gustioz y se limita a retenerlo preso, pues considera excesivo el sufrimiento de su cautivo, que es aliviado por una hermana del propio Almanzor. De ambos nace un hijo llamado Mudarra, quien más adelante será adoptado por Sancha Velázquez, su abuela. Años más tarde este hijo, aunque bastardo, vengará a sus medio hermanos, matando a Ruy Velázquez.