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Amour courtois

Amour courtois
Drutz et "midons"
"...Entonces me verás...y mi muerte, más elocuente que yo, te dirá qué es lo que se ama cuando se ama a un hombre..." (Pedro Abelardo a Eloísa)

lunes, 13 de febrero de 2012

Monasterios de Suso y Yuso

Para el nacimiento de nuestra lengua.

El Monasterio de Suso fue construido durante los siglos VI al XI, aquí escribió Gonzalo de Berceo, en el s. XIII, los primeros poemas en lengua española. En el podemos ver en la galería el sepulcro de Nuño Salido junto al de Los Infantes de Lara. Las cuevas son la parte más antigua del monasterio. En ellas se pueden ver sepulcros apiñados y superpuestos de personajes sin identificar, que debieron ser ilustres por la proximidad al sepulcro del santo. En el s. VI, en esta cueva hacía sus penitencias cuaresmales San Millán.






Año 923: resurge el monasterio después de la conquista de Nájera por Sancho III el Mayor, rey de Pamplona, y lo habitan monjes mozárabes. En un arco de herradura mozárabe que da a la entrada a la iglesia hay dos capitales visigóticos de tipo corintio. Mozárabes del siglo X son también las dos capillas cuadradas y gemelas del interior.
En la cueva central, que en los primeros tiempos sirvió de oratorio, estuvo enterrado San Millán hasta el año 1030 en el que Sancho III el Mayor y su mujer Muniadonna, con asistencia de los obispos de Pamplona, de Oca, de Alava y de Huesca, hicieron levantamiento solemne de las reliquias. En el lugar de la sepultura se levantó, en el s. XII, el actual cenotafio (monumento funerario en el que no está el cadáver de la persona a quien se dedica), que representa a San Millán yacente con ropas sacerdotales visigóticas. El estilo de este monumento puede estar entre un románico avanzado y un gótico temprano.
En el año 964 se escribió en San Millán de la Cogolla el Códice Emilianense 46, primer diccionario enciclopédico de la Península Ibérica. La reciente investigación de este códice ha dado como resultado el descubrimiento de numerosas palabras escritas en romance. Esto supone una revisión histórica de la datación de los primeros textos escritos en español y confirma a San Millán como el escritorio altomedieval más original y productivo.
Las excavaciones, patrocinadas por la Fundación San Millán, iniciadas en el presente mes de junio, han dado su primer fruto: los vestigios de una antigua necrópolis del siglo XVI. Los entierros fueron hallados en perfecto estado de conservación, al parecer, corresponden a personas que buscaron ser sepultadas cerca de la tumba del santo San Millán con el objetivo de encontrar en ello su protección y la esperanza de su salvación.
Las excavaciones que se están realizando en los alrededores del monasterio de Suso, son el resultado final de un plan global de investigación arqueológica, que el Gobierno de la Rioja ha realizado en el viejo cenobio visigótico. Dentro de este plan global del monasterio, se ha realizado un estudio geoeléctrico del subsuelo que abarca la basílica y el entorno del edificio, tanto en la entrada como en los alrededores. Con este trabajo, basado en impulsos eléctricos, es posible diseñar un plano exacto de las formaciones que se encuentran en las entrañas de la tierra y que durante siglos han permanecido ocultas. Uno de los resultados ha sido el hallazgo de la necrópolis del siglo XVI (cabe señalar, que la fecha es tentativa en cuanto a que todavía no se conocen los resultados del carbono 14 y del estudio antropológico).
En la necrópolis se pueden apreciar dos niveles de enterramientos, orientados con la cabeza hacia el oriente, bajo la creencia mesopotámica que posteriormente fue recogida por la cultura visigoda (a la que pertenece el monasterio de Suso), de la venida del Salvador, en el Juicio Final, por el lugar donde sale el sol.
Otro de los puntos sobre el que se centrarán las excavaciones próximamente, será un suelo de yeso que se encuentra en la altiplanicie situada encima del actual aparcamiento del monasterio. Para los arqueólogos, "este suelo podría suponer restos del viejo monasterio, con las edificaciones que se encontraban dispersas del núcleo central que eran las grutas visigodas" , e indican que: "es posible que existan vestigios de aquel pasado, debido a que la actual estructura de Suso no corresponde a aquella realidad histórica ".
La empresa que se encarga del trabajo es la bilbaína Gastiburu, experta en patrimonio y arqueología. El grupo se compone de siete personas, el trabajo durará hasta el mes de septiembre en que se presenten los resultados. Los encargados de la excavación, Izaskun Pujana y Luis Valdés, son arqueó-logos y grandes conocedores del valle de San Millán, puesto que realizaron el mismo trabajo para las obras del Salón de los Reyes y del Claustro del monasterio de Yuso.
Las obras están subvencionadas por la Fundación San Millán, que desde su nacimiento en octubre de 1998, se ha hecho cargo de las obras que atañen a Yuso y Suso.
El monasterio de Yuso (abajo) está situado en San Millán de la Cogolla, en las estribaciones de la sierra de la Demanda. Los densos bosques y las cerradas peñas que dan paso al rio Najerilla (eso significa Nájera: entre peñas) se abren aqui dando lugar a un valle ancho, lleno de chopos, donde se cultivan cereales y remolacha. El pueblo de San Millán de la Cogolla nació alrededor del monasterio, o mejor dicho de los dos monasterios: el de Yuso y el de Suso, situados a un kilómetro de distancia. El monasterio de Suso (arriba) se encuentra en una zona de hayedos y rebollos, en las que hace años eran frecuentes los osos. Fue aquí cuando en el siglo XI los monjes escribieron una serie de anotaciones en latín, romance y euskera que comentaban o glosaban las partes más dificiles de entender de los antiguos códices. Se trata de las Glosas Emilianenses, en las que nos encontramos con la prímera manifestación escrita de una lengua romance peninsular. Fue también, en este pequeño monasterio, donde Gonzalo de Berceo, dos siglos después, pasó gran parte de su vida y donde todavía puede verse el pequeño portalón donde, según se cuenta, escribía sus libros. Este monasterio es el verdadero objetivo de este viaje hacia el origen del castellano. En realidad, se trata de una pequeña ermita. Fundado en el siglo V por San Millán, fue en principio una simple gruta excavada en la roca. El santo vivió en ella acompañado de otros eremitas y su sencilla vida cautivó a principes y reyes, por lo que a su muerte el lugar se transformó en un centro de peregrinación. En la época visigótica se construyó el primer templo, aprovechando una de las cuevas como ábside, y en el siglo X, tras la conquista cristiana de la zona, se levantó la iglesia mozárabe, que completada en los siglos siguientes con una arquitectura románica configura el monasterio actual. Gonzalo de Berceo pasó aquí gran parte de su vida, dedicado a la oración y a la escritura de sus libros. Unos libros que en principio no aspiraban ser sino adaptaciones de obras piadosas escritas en latín, de la biblioteca de su monasterio, pensadas para hacer bien al alma de sus contemporáneos. Gonzalo de Berceo adapta esas obras al fácil y expresivo sistema de la cuaderna vía para que todos participen de su eficacia moral. Es decir, que de la misma forma que el copista de las Glosas Emilianenses añade al texto latino palabras romances que puedan facilitar a lectores futuros su comprensión, Berceo se empeña en escribir sus libros en el romance castellano con que se entiende el pueblo. Pero Gonzalo de Berceo no se conforma con eso y recrea los originales latinos, pues quiere poner en una lengua que todos entiendan textos escritos en la lengua sabia, pero sobre todo llegar a conmover a quienes le escuchan, transmitiéndoles, más allá de una doctrina concreta, el asombro ante la belleza del mundo. Y para hacerlo se sirve de esa lengua romance que era ya dominio del pueblo y que alcanzaba su expresión más jubilosa en las canciones de los juglares. Se ha dicho que Berceo era un juglar a lo divino, dando a entender que aunque los temas de sus libros respondían a la doctrina cristiana su tono era muy diferente al de los textos en que los Padres de la Iglesia se dedicaban a adoctrinar a su pueblo, ya que se servía de expresiones propias de la literatura juglaresca. y es precisamente ese sentimiento de cercanía, esa disposición amigable hacia los pequeños asuntos de la vida, el que hace que hoy le veneremos como el primero de nuestros poetas. porque son los poetas los que ponen a prueba la lengua que hablamos, armándola hasta hacerla capaz de responder a los más leves cambios del alma, ya que más allá de su valor utilitario las lenguas han nacido por encima de cualquier otra cosa para expresar el asombro de ser.




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