Ocupa el trono de León en los albores de la décima centuria Ordoño II (910-923); Sancho Garcés, el de Pamplona. Este, gracias a una hábil política convierte un reino montañés en un estado abierto y poderoso; el reino que había tenido concomitancias y veleidades con los moros del valle del Ebro; que toma la antorcha de la unificación nacional y cristiana y ejerce la hegemonía de los reinos hispanos.
Sancho y Ordoño, unidos, emprenden la conquista de ambas riberas del Ebro y de los afluentes de la orilla derecha, Najerilla, Iregua, Leza y Cidacos, que habían intentado vanamente sus antecesores. En el año 918 pusieron sitio a Nájera por tres días, pero no consta que la tomasen. Parece, sin embargo, que sí debieron tomar a Calahorra y Arnedo.
La réplica de los musulmanes fue enérgica y rápida. Partió de Córdoba una expedición que apoyándose en Huesca y Tudela, ocupadas por reyes moros, emprendió la campaña de 920, en la que los reyes cristianos son fulminantemente derrotados en Valdejunquera. Pero pronto se repusieron los reyes cristianos y de nuevo unidos, avanzaron otra vez en 923 y conquistaron, ahora ya definitivamente, los jugosos y fértiles valles de los afluentes del Ebro medio en La Rioja.
Sancho entra en Viguera y Ordoño en Nájera. Quedan así en poder cristiano en la primera parte del siglo X las tierras que hoy llamamos de la Alta y Media Rioja, desde Nájera hasta Agoncillo y las cuencas de los ríos: Najerilla, Iregua, Leza, porque Calahorra se pierde pronto y fortificada por los musulmanes constituirá su avanzada y frontera, hasta 1045, en que de nuevo y ya para siempre, será cristiana por obra de García, el de Nájera. El hijo de Sancho Garcés, García Sánchez, tuvo ya su corte en Nájera, pero sobre todo Sancho el Mayor, su hijo García el de Nájera y su nieto Sancho el de Peñalén, muestran sus preferencias por esta ciudad que se convierte en la capital del reino cispirenáico. Un cambio tan notable en la condición de un reino exigía nueva capitalidad que se sitúa en Nájera.
Durante estos siglos primeros, tras la conquista, quedaron en toda la tierra riojana, además de los mozárabes o cristianos liberados, muchos moros, que poco a poco fueron emigrando o convirtiéndose al cristianismo, pero por la fertilidad de la comarca, el engrandecimiento de Nájera, adonde se traslada la vida política del reino y sobre todo del comercio, se puebla La Rioja de cristianos del norte que vienen tras los conquistadores y de judíos y francos, estos últimos atraídos por la vía de comunicación de los reinos hispanos con Europa, el camino de Santiago, en alguna de cuyas poblaciones se domiciliaron y organizaron su vida; los primeros para comerciar y sobre todo para actuar de cambistas de moneda con los extranjeros que iban y venían como peregrinos. Hay así, como es lógico, muchos moros en Calahorra, muchos francos en Logroño y Nájera y judíos por todas partes.
Moros en La Rioja
La población musulmana subsistió muy densa en toda la ribera del Ebro. En la zona de Cervera de Río Alhama, Inestrillas, Aguilar y en Valdeprado, este último, ya en la actual provincia de Soria, pero en la cabecera del río Alhama, pervivieron grupos numerosos de moros hasta el siglo XVI y a tal punto, que empujarían al celoso obispo de Calahorra, Juan Bernal de Luco (1545-1556), a redactar unas instrucciones para los curas de las iglesias de Cervera y sus anejas, sobre su comportamiento con estos moriscos y la predicación que habían de hacer de la doctrina cristiana entre ellos, para lograr su conversión.
Y aunque se decretó su expulsión en 1610, continuaron en estas tierras como convertidos, pero un tanto apartados de los demás sobre todo en las alejadas localidades de Aguilar y Valdeprado, con su oficio de trajinantes y buhoneros, en el que han subsistido hasta hace pocos años, ya que ahora la facilidad de comunicaciones y transportes ha hecho inútil su oficio y servicio. Es muy particular y propia el habla de Cervera, debida indudablemente a la persistencia en ella y en su entorno de estos moriscos.
Una característica de la conquista del valle del Ebro, según Lacarra, es que la mayor parte de las ciudades aún las ocupadas tras un largo asedio, se sometieron mediante una capitulación; quien añade, que tenemos una información veraz al parecer, por lo que ocurrió en Barbastro; y que conservamos el texto de las capitulaciones de Zaragoza, Tudela y Tortosa. En estas capitulaciones se pactaba que los musulmanes podrían permanecer en sus casas un año, pasado el cual deberían trasladarse a los barrios de extramuros, conservando sus bienes muebles y las fincas de cultivo.
Estos acuerdos fomentaban, por tanto, la persistencia de los musulmanes en el campo, pues nada perdían con el cambio, ya que aún los impuestos, a que estaban sometidos, eran los mismos de la época anterior -la décima parte de sus frutos-, y conservaban sus mezquitas, sus jueces y sus leyes especiales. Los musulmanes de las ciudades, si bien perdían sus domicilios urbanos, conservaban sus fincas rústicas, principal fuente de riqueza en la Edad Media; no había, por tanto, motivo para que se produjera una emigración en masa a territorio musulmán. De hecho subsistieron morerías. hasta la época de Carlos V, en que más o menos forzadamente se convirtieron al catolicismo o emigraron, y aún hasta su expulsión en 1610.
Algunos de estos musulmanes descenderían de los árabes de las primeras oleadas, pero la inmensa mayoría procedería de visigodos e hispano-romanos, que aceptaron el islamismo en los siglos VIII-X. Un autor musulmán decía: que no había entre los habitantes de Huesca que eran originarios de la ciudad, persona capaz de reivindicar para su familia una ascendencia puramente árabe, y lo mismo cabría decir de las demás ciudades del valle del Ebro. No sucedería acaso otro tanto 70 años antes, cuando fue conquistada Calahorra (1045) por García el de Nájera, porque las circunstancias eran diversas. Consta que algunos se fueron a Tudela, ciudad mora que no sería reconquistada hasta 1118. Más ciertamente que se debieron retirar de la parte principal de la ciudad de Calahorra y se reunieron en el barrio de San Andrés, que así vino a ser, en gran parte, el barrio moro y de los agricultores, mientras la Media Villa, el Cabezo y el Castellar vendrían a ser el barrio judío.
María, hija de Alcambiel, vende a fines del siglo XI unas casas al arcediano de Calahorra y dice en el documento de venta que las tenía en el barrio de San Andrés y heredadas de sus padres. Aún perviven en el día de hoy en la demarcación ecca. de esta parroquia la Calle o Cuesta del Zoquero (loco) y la Calle de los moros.
Pero, de todos modos, son numerosos los nombres de moros de los que aparece teñida, por doquier, la documentación. Debieron llegar cristianos que se unieron a los mozárabes, que habían perdurado en las ciudades a pesar del dominio árabe. Los llegados y estos mozárabes fueron los que ocuparon los puestos de mando, y la dirección política y ciudadana. Pero aún había mayoría de población musulmana. Los moros figuran por doquier, sobre todo en la documentación particular; los cristiano en la oficial. Los moros no eran d la situación; se les deja vivir pagar los impuestos, como ante lo habían tenido que hacer los cristianos. Pero hay reparos en llamarse públicamente moros, y salvo e la zona de Cervera, raras vece aparecen como tales en la documentación, como lo hace paladin y claramente los judíos en las escrituras, afirmando su raza.
Intentamos recoger en una enumeración simple los nombres de moros que quedaron en nuestra tierras y aparecen en nuestra documentación. No es seguro que algunos de ellos sean moros, pues podían ser mozárabes que había adoptado denominaciones musulmanas. A su vez la aparición de nombres o patronímicos cristiano a través de los siglos XI, XII y XIII, e los que poco a poco se van cambiando los apelativos de los moros puede señalar, pero no con absoluta certeza, el cambio por el que nosotros podríamos rastrear el fenónemo de la conversión o paso al cristianismo. En algunos casos pueden confundirse también los de moros y de judíos porque adoptan unas mismas denominaciones y no es seguro que determinados antropónimos o patronímicos sean hebreo o árabes.
Moros en La Rioja Alta
Logroño, Nájera y la Rioja Alta son en general, tierras de francos aún de judíos, pero no de moros. Habían pasado a dominio cristiano muy tempranamente en Nájera estaba la corte exterior y residencia habitual de los reyes y acaso nunca fueron plenamente islamizadas estas tierras noroccidentales. Hay un documento que lleva fecha de 1052, pero que ciertament recoge donaciones anteriores a este año y aún posteriores, en que se enumeran las posesiones del monasterio de Nájera. Fue redactado con toda probabilidad bien entrado el siglo XII, sirviéndose de algún modelo más antiguo al que añadieron o interpolaron nuevas donacicones.
En esta escritura aparecen muchos nombres de resonancias indudablemente moras, señalamos su nombre y el año en que figuran:
Abdelmondo (Nájera). 923.
Habiel, Hatin. Lopiz (Lardero), 1007.
Galindo. Moça (Muza), Fortunio, Cidez- Citiz (Nájera). 1052.
Abhomar, Abolbalia-Abolbalit, Abolferit. Alberda, Amunna Maura, Casca, germanus domine Muze, Citi de Cunno, frater Iohannes Citiz, Duena, F. de Zekri de Azaneto, Esta Muza de Penna, Galindo-Alharraz Alfaraz. Hacen domno, Iohannes Citiz, filio Citi de Cuno, Kalabia de Naiala, Kiram-Ouiram, Mozot de Tricio, Muza Hazan, Muza de Penna. Sancio Aiub de Babatiella. Sarracin de Almiscurri, Sarracina de Fortes, Zekri de Azaneto. Duenna f. de (Nájera), 1052.
Domingo Mudarra (Nájera), 1121, 1123. 1124.
Moros en La Rioja Baja
Son abundantes los nombres propios de personas o patronímicos que, con las salvedades ya indicadas anteriormente, podemos tener por moros. Sobre todo en Calahorra. En los primeros documentos los antropónimos son árabes; después son cristianos en su mayoría, pero el patronímico es aún árabe:
Iohannes Albierle; lohannes de Alkac (Azagra), 1052.
Sarracinos, dominante (Calahorra), 1052.
Tiria, f. Zaheid iben Zafar; Ibierno, Chahib, iudez (Calahorra), 1074.
Abghomar, Pascual; Alcambiel, María f. de; Hereth, casas de; Iohannes iben Ghorgulg; Iohannes Zarakozano (Calahorra), 1095.
Dominico Abdelkerin/Alquerin/Alquirin (Calahorra), 1098, 1132, 1137, 1139, 1142. lohannes Zekri; Petrus Sarracinez, merinus (Calahorra), 1098.
Albella; Albierli, Dolkit; Iben Azafar; Iben Bazo/Benbazo; Iben Galif/Gafif; Aita Gaziz; Iben Gorgul; Iben Momonial Iohannes Iben Momonia; Iben Noviel; lucef Azafar; lunez, domno; Moderres Cinduale; Moderres el Mango; Moterre Iben Aliela; Maior Zalema; Oriel/Orivel de Sos; Sanco Biçarca; Simen Alchaçeç; Iohannes Gualid (Calahorra), finales del siglo XI.
Maingo et uxor Ossana (Calahorra), 1101.
Dominicus Zaleman (Calahorra), 1120, 1125-46, 1139.
Zalema Cid Bono (Calahorra), 1120.
Sanz Alborno; Domingo Mozgot; Iohannes Çagadon (Calahorra), 1124; María Albend; Iohannes Gemar/Guemar/Giemar (Calahorra), 1125-46, 1132, 1133, 1171.
Toda de Abeguel; Zalagarda; Pedro de Almocher; Pedro Zalema (Calahorra), 1125-48.
Zecri; Aita Zecri Golpeio; Petro Cecri (Calahorra), 125-46, 1152.
Quiram, don (Calahorra), 1125-46.
Aimes y su mujer Boneta (Tudela), 1126.
Monio Geiza/Gueiza (Calahorra). 1127. 1132.
Iohannis Avolgoçan Amargo (Calahorra).1129.
Petro Geiza (Calahorra). 1129, 1139, 1143.
Iben Galiella; Petro Gemar (Calahorra), 1132.
Dominico Zuleman; Dominico iben Crispin (Calahorra), 1132, 1139.
Gabdela Gabdelella (Calahorra), 1139. Iohannes de Iohannes Zecri; Michael de Iohannes Zecri (Calahorra). 1143.
Abefala; Abefamet; Abdela; Asmeth; illo mauro de Fenestrellas; Mahomet. Muça; Çalema; Zaet (Inestrillas). 1145- 49.
Michael Çalema/Zalema (Calahorra), 1147, 1151, 1158.
Petro Zalema de Gimara (Calahorra), 1150.
Iohannes Gueiza/Gheiza (Calahorra), 1150 y siglo XII.
Garsia de Alganel/Alganiel; Garsia Dominico de Alganel (Calahorra). 1151. 1152.1161.
Iohannes Gabdela (Calahorra), 1151.
Petro, f. de Iohannes Geimar (Calahorra). 1152.1161,1169,1172.
Petro Peita Lalmud, adenantato (Calahorra), 1152.
Petro de Alborna (Calahorra). 1152. 1162.1169, (siglo XII).
Aguaeizir/Algazir Avamor (Cervera), 1157.
Geyron de Motares/Motaref; Muza de Fad/Defaz (Cervera). 1157.
Lupus Garcie de Almonecer (Calahorra).1162-67.
Movessar, f. Cecri; Pascual de Geiza. f. de Cecri (Calahorra). 1162.
Judíos en Nájera, Logroño y Arnedo
No debieron existir comunidades judías en España antes del año 70 de nuestra era cristiana. La diáspora o dispersión se produce fundamentalmente tras las dos grandes destrucciones de Jerusalén, los años 70 y 135 d.J.C.
Fueron los conversos de finales de la Edad Media, los que para librarse de las acusaciones de ser descendientes de los que acusaron a Jesús, intentaron apoyarse en falsas leyendas, con las que pretendían demostrar que los judíos, se habían establecido en España con anterioridad a la venida de Cristo, en cuya condena ellos no podían haber tenido parte alguna. Pero sí se deduce su existencia desde el Concilio de Elvira.
La importancia comercial de Nájera, Logroño, Arnedo y Calahorra podemos deducirla del gran número de judíos y francos, cuya profesión, sobre todo de los primeros, solía ser de cambiadores, comerciantes o banqueros, quienes acostumbraban a situarse en poblaciones favorables y propicias para sus actividades, transaciones y ventas.
Es cierto que también los encontramos algunas veces establecidos como propietarios agrícolas y otras, desempeñando los cargos administrativos de estas poblaciones, pero siempre jurídicamente protegidos, como en Nájera, en la que el Fuero proclama igualdad absoluta con moros y cristianos.
Aunque en esta misma ciudad de Nájera conocemos un azor o muralla de los judíos..., que les aislaba, pero también los protegía de los momentos de ira de los cristianos, azuzados por la usura de los cambiadores; como en Calahorra en donde los vemos establecidos y dueños de lo más alto de la ciudad, acaso también de la zona más importante, en la que estaba el palacio real, en la acrópolis; y con su sinagoga, también protegida y defendida por la muralla.
Una escritura de 1052, aunque debió redactarse muchos años después, pero que refleja un estado anterior, es decir, de los años en derredor de ese mismo 1052, nos trae muchos nombres de judíos afincados en la ciudad de Nájera y en su enclave territorial:
Vital, hebreo; Aleazar/Eleazar; Pessatiel, iudeo; uinea de Rabbi; Galafiel, iudeo; Ruzmi; lucef, iudeo; Upaziel/Capaziel; Zuleman iudeus; Ferrizuel, iudeo; Hapaz/Hapan, iudeus; Sefat; García Sangez, piscadore, qui fuit iudeus; Scepa; Elias, cambiator; Sessat, iudeo; Mozot de Triçio; Sariot (Scariot?).
En una venta hecha en 1124 a Juan, sacristán de Santa María en el término de Alesón por Domingo Mudarra, se dice que la finca, antes había sido de los judíos: terram quam habuimus de ipsos iudeos de Naiara.
En las peticiones del rey de Pamplona al de Castilla en la corte del inglés, que era el árbitro, se cita a Nájera como castellum crhistianorum et iudeorum.
Continúan siendo importantes en Nájera los judíos por los años 1210, porque cuando Alfonso VIII da a los vecinos de Nájera una viña que llamaban el Parral del Rey, entre los once vecinos que se nombran, aparecen dos ciertamente judíos: Zachea iudeo y Alolaphic, fratri suo, sin duda como representantes de la comunidad judía, en medio de otros, cuyos nombres son hispanos o francos.
La comunidad judía no es una comunidad subterránea, escondida, que viva en el silencio. Hacen contratos y cambios de sus propiedades a la luz del día. Como el que conciertan con el obispo don García: lucef Haym, lentob y Adam, hijos de Muçe Alfaquimi, con otro lucef y Abraham, hijo de Çaheit y Aita çalema y Zac Albelia, colindantes; y representantes de la comunidad judía.
Los judíos de Logroño y Arnedo
De los judíos de Logroño y Arnedo tenemos escasos datos. En 1213 un Domingo de Abauch y su mujer Floria venden al deán de Calahorra, don Rodrigo de Bassín, un parral próximo a San Gil de Logroño, por 130 aureos, siendo testigo Iohannes Martino de Abauch. yy Sabemos que Arnedo es llamado en 1176 castellum christianorum et castellum iudeorum en las paces de Alfonso VIII con Navarra y encontramos en 1178 un Çahac el iudeo, merino en Arnedo. yy En 1317, Yom Tob en Sa adia ben Natan declara haber recibido de los calonges de Calahorra 120 aureos por venta de dos viñas en el mismo Arnedo. Confirma la escitura Sem Tob bar Semuel, hijo de P. Galsilady Sa'adia, hijo de r. Yom Tob Sedillo o Sidiello, delegados de la comunidad. yy La aljama de los judíos de Arnedo en 1346 toma en arriendo del cabildo calagurritano los 30 dineros que debían pagar para excusarse de llevar las señales judaicas. Son testigos Yehuda Garfan y varios más. Los judíos de Arnedo contribuían al rey con los de Arnedillo y Ausejo en 1485, con 56 castellanos; Calahorra con 844 y su aljama con 110 castellanos.
La judería de Calahorra
La leyenda
Existe una leyenda que asegura, que a la muerte de Jesús recibió la aljama de Calahorra una carta, escrita por los judíos jerosolimitanos, dando cuenta de la muerte en cruz de un nazareno extraordinario, que había revolucionado el país en pocos años de predicación y proselitismo.
Rechazada de pleno la realidad de tal carta, la aceptamos tan sólo como elaboración tardía y medieval, que podría atestiguar una cierta importancia de la comunidad judía calagurritana.
Hay también una tradición, que aunque desfigurada en parte por la novela, señala como originario de Calahorra y enterrado en su ciudad, a la que regresaría para morir después de largos viajes por el mundo, un famoso rabino de la Edad Media y fecundo escritor ABRAHAM-ABEN-EZRA. A él se le atribuyen las obras siguientes: Co.mentarios delantiguo Testamento, (24 libros); Comentarios sobre el Talmud; El libro de los seres animados; Initium Sapientiae; La puerta de los cielos; Delicias del Rey, (tratado de ajedrez en verso); Gramática hebrea.
Algunos sostienen que fue de Toledo, pero Abraham Zacuto y el P. del Alamo afirman que nació en Calahorra.
La historia
Nuestra documentación medieval nos revela una Calahorra con una rica y floreciente colonia judía de economía marcadamente agrícola. Sus componentes llegaron a desempeñar algunos cargos civiles, alcaldes, adelantados, merinos, cogedores de pechos para el rey, etcetera.
Tuvieron sinagoga y se asentaron en lo más granado de la ciudad en lo que podríamos llamar la acrópolis o ciudadela, al amparo de antiguas fortificaciones, junto al viejo palacio o vivienda de los reyes de Pamplona y junto a la iglesia del Salvador, extendiéndose por lo que entonces se llamó Mediavilla.
Los nombres de estirpe judaica, que se prodigan en nuestros pergaminos, confirman esta situación.
Doña Tiria hija de iben Zafar, que vende en 1098 a García Velázquez y a don Galindo, representantes de la iglesia de Santa María, por 33 sueldos de plata con su alboroque, una casa que poseía, próxima a la iglesia, que tiene casas y fincas y está bien asentada en Calahorra, como nos lo demuestra una donación de unas casas por el rey don Sancho el de Peñalén a Sancho Aznar y a su mujer lñiga: «...inter casas de domna Tiria el illas quibus fuerant del C!hahib Ibierno iudex...»
Martín Vizbert y su mujer Ceti, venden al prior Juan Quiram por 320 sueldos jaqueses un huerto en Rípodas en 1129, acaso fueran éstos de origen judío, lo mismo que algunos otros nombres extraños que se ven en esta venta, como Sebastiani Etanei, Petro Geice, Sancio Costit; pero sí que lo es ciertamente, Zaheit Barceiza, antepósito quien figura en otro documento del año 1126 como Zaheit de Garceza, adenantato.
Y si este judío desempeñaba el cargo de adelantado, otro era merino del rey: lucef Raioso, maiorino, en 1145; lucef Arraisou en 1152. Y a su lado otro judío Mail, que actúa de testigo y en representación del reliquum populus iudaicus, en la donación de un solar de la catedral para servicio de hospedería de los pobres y peregrinos, donación que hace Sancho III de Castilla.
La familia judía de los Zahet: Zaheit Iben Zafar
El primer Zahet documentado es Zaheit iben Zafar o Azafar, como padre de doña Tiria, la que en 1098 vende a García Velázquez y a don Galindo una casa situada junto a la iglesia. Ego domna Tiria, filia Zaheit iben Zafar...vendidi illa mea casa... Zaheit, sería el hijo con toda probabilidad del iben Zafar o Azafar, que figura en un documento de la segunda mitad del siglo XI; documento por el cual nos consta los nombres de varios judíos, moros y de algún cristiano, que dejan en poder de la iglesia de Santa María, tierras o viñas: iben Bazo, lucef Azafar, Iben Gafit y el propio iben Zafar ...hec est capitulario de hereditate que posuerunt (desposuerunt) omnes in Sancta María...; ...posuit iben Azafar unum agrum in uia Sti. Felicis. El documento da ya por muerto a Iben Azafar pero en el mismo aparecen sus hijos, ya situados y propietarios de varias fincas, pues la tierra que puso también en poder de la iglesia García Çemenonis, en Sorban, tenía ya como colindantes a los hijos de iben Azafar: «...posuit García Çemenonis unum agrum in Sorban iuxta filiis de iben Azafar...».
Podemos llenar pues los años que transcurren desde la reconquista cristiana de la ciudad, 1045 hasta 1098, con las tres generaciones de judíos afincados en Calahorra: iben Azafar, el abuelo, Zaheit iben Zafar el padre, y doña Tiria la hija.
Hay otros Zaheit por estas épocas. Además de Zaheit Barceiza, antepósito o Zaheit Garceza, hay un Zaheit/Zagheit Quiram y otro más que se llama Zaet ben Aiaias, padre de un Domingo en un documento del año 1142.
Parece que a partir de los anteriores, varios de los Zaheit se convierten, pues llevan precediendo a su apellido judío un nombre cristiano, Pedro Zaheit/Çahet, alcalde. Es el más importante, aunque es claro que habrá que pensar en dos Pedro Zaet, alcaldes distintos, uno en la primera mitad del siglo, otro en la segunda, pues son muchos los años que van desde 1126, en que comienzan a figurar en los documentos, hasta 1205 en que aparecen por última vez.
Petro Zaheit del Burgo, es personaje distinto al anterior Petro Zaheit, alcalde, pues es testigo o confirma a la vez que él posee varios documentos.
Pedro Zaheit Kiram, el tercer Petro Zaheit, acaso pudiera identificarse con el Petro Zaheit alcalde, pero tengo para mí que son distintos y por eso hay interés en colocar a cada uno su tercera denominación, el alcalde, del Borgo, Kiram.
Aparte de que, como hemos visto, no es único el Pedro Zahet de estos años, me parece muy difícil el paso al romance de Zaheit/Zahet, a Cidez patronímico que por otro lado parece claramente provenir del árabe Citi=señor de donde se formaría Citiz, Cidez.
Otros judíos
Consta por una escritura del año 1152 que Nicolás de Azafra y su mujer Amunia donan a Santa María de Calahorra un huerto y ciertas casas, que habían sido de Zac de Faro, iudeo, el que para estas fechas ya había muerto: ...illas casas que fuerunt de Zac de Faro, iudeo.
Pero unos años después nos encontramos con un Mosse Zahac de Faro, Mosse de Faro, Mosse de Çac de Faro, que debió ser su hijo, propietario de fincas y bien situado y relacionado en Calahorra, pues en 1188 le vemos ceder una tienda de su propiedad, cercana a la catedral, por una viña que le ofrece al cabildo, siendo testigos del acto otros judíos: Zaheit, iudeo, lucef de Funes, y Mosse Calvo, y fiador Iucef, f. de Zarazaniel; y como propietario colindante de fincas, que cambian el obispo y el prior en 1195 al chatre Pedro; y de las que a Domingo ya su mujer Serena vende María, hija de María Vellida de la Calle, en 1210.
El prior Juan permuta en 1192, una viña por una pieza con lucef Hayim lentob (Sam Tob) y Adam, hijos de Muce Alfaquimi; y son testigos: lucef y Abraham ben Çaheit.
Por el año 1221, los hijos de Domingo Benedicto venden su casa del barrio de Santa María, que dicen lindar con los iudeos; y si en el documento figura como alcait, lentob, hay también un alcalde Michael Çahet, acaso ya cristiano, pero originario indudablemente de la familia judía de los Zaheit; son extraños también los nombres de ledania y Margelina de la misma escritura.
Zmaal Çalamon es otro judío que en 1214 contemporiza con los canónigos de Calahorra, que van comprando una a una todas las casas, propiedades y huertos situados en derredor de su iglesia; les cede dos pequeños huertos colindantes con la huerta de la catedral y recibe de ellos una viña en la Fuente del Sabuco, que le amplía otra que él allí posee y además un sueldo. Son testigos otros dos judíos: Çac pater y Abraham Antero.
El pleito sobre las décimas de los judíos
A mediados del siglo XII ha de intervenir el rey Alfonso VIII para determinar expresamente y con claridad que la comunidad judía de Calahorra concilio iudeorum de Calaforra debía pagar a la iglesia y al obispo las décimas de sus viñas y tierras compradas a los cristianos, tal como lo venían haciendo desde los tiempos de su padre el emperador.
Y en 12 de junio de 1264, Urbano VI desde Urbieto da comisión al obispo de Burgos, para que obligue igualmente a judíos y sarracenos a pagar las décimas de sus tierras compradas a los cristanos.
Años más tarde por el 1333 todavía andaba sobre el tapete la cuestión. Parece que los judíos, entre los que se citan a luçe el Rico, Samuel Garffan, Rabbí Yentob, Barcílay, Yento Benquíz, Mosse el Matron, Mosse Garffan, Yehuda Garffan, Salomón fí de Tolayo, Yemto hijo del luçe el Ríco y Samuel Garffan, retenían las décimas de muchas heredades, que habían comprado o arrendado a los cristanos y que ascendían a 500 maravedíes. El procurador del cabildo catedral de Calahorra denuncia el hecho y pide reparación y entrega de las décimas. La sentencia llega en 1336 condenando a la aljama judía a pagar los diezmos retrasados y los que vinieren en lo sucesivo, aunque alegaron que no los debían pagar por privilegio de exención que tenía el rey don Alfonso, pero que lo habían perdido cuando se perdíó e despobló la nuestra judería.
Los judíos en la ciudadela
Es revelador el hecho de que la sinagoga y la judería en general estuvieran emplazadas en la parte más granada y eminente de la ciudad, junto al Palacio Real y a la iglesia del Salvador, acaso catedral en la época visigótica y hoy iglesia de San Francisco.
Y no precisamente por gracia del rey, como pudiera presumirse y ocurría en otras poblaciones, sino sólo por precaución y defensa contra posibles agresiones de los cristianos, pues estaban bien considerados, sino más bien por situación social y potencia económica.
Ya debieron estar situados por las partes más altas de la ciudad en los siglos XII y XIII, pues son varias las ocasiones en las que se hace referencia a éste hecho. Quiero citar el documento 459 de 1214 por el que Barata y su mujer Bel Sol venden unas casas, que dicen estar situadas en la Mediavilla de iusso la iuderia. Pero es en el sig lo XIV cuando de hecho dominan esta parte elevada de la ciudad. Nos hace saber un documento de 1336 que en este año la aljama de Calahorra adquirió por permuta con el cabildo catedral el punto de la ciudad conocido por el sobrenombre de El Castellar, la Torre de la Cantonera y la Torre Mayor, salvo ende la iglesia de S. Salvador e el palacio.
Esta posesión le había venido al cabildo por donación del año 1323, debido a la generosidad del arcediano don Juan Rodríguez de Rojas.
Estaban situados todos estos edificios y construcciones en la parte más alta de la ciudad. Y se conviene en el cambio en que: la aljama podrá alçar el adarve dentro de la iuderia cuanto quisiere porque sea más firme o fuerte la iudería.
Dan en cambio al cabildo catedral: un huerto en el Espennadero, que fue de Raby Yanto; otro huerto en la cal del Maçonero, que fue de Yuçef, corredor; otro en las Presillas que fue de Samuel Garffan; otro en Ribuelas, que fue de Barcilay y una viña en la Torrecilla, que fue de Thuda Garffan, en total cuatro huertos y una viña.
Breve ocaso en la judería
El siglo XIV sería el del apogeo judío en Calahorra. Pero un breve ocaso o paréntesis debió haber a partir de los años 1370-71, acaso como consecuencia de las guerras de Pedro I y Enrique de Trastámara y de las persecuciones que se suscitaron contra los hebreos. Pero se rehicieron muy pronto y se mantuvieron en rigurosa igualdad jurídica los cuatro estados de la ciudad: clérigos, fijosdalgos, ciudadanos y judíos. Hay, en el Archivo de la Catedral de Calahorra, un convenio por el que todos cuatro se conciertan en pie de iguales para fabricar las nuevas ruedas o molinos que proyectaban hacer en frente de San Adrián, con agua sacada del Ebro. La aljama hebrea contribuye con 750 maravedises, 1.000 la catedral, la otra clerecía 1.000, los fijosdalgos 750, aportando los demás vecinos de la ciudad y sus aldeas 6.500 maravedises; en total 10.000. A los que corresponderían proporcionalmente; una vez de molino para el cabildo, otra para la restante clecería, vez y media para fijosdalgos y judíos y seis y media veces para los restantes vecinos de la ciudad y sus aldeas.
Francos en Nájera
Los reinos cristianos comienzan a mirar y abrirse hacia Europa y el camino de Santiago, que desde Viana hasta montes de Oca pasa por tierras del reino de Nájera, se convierte en vaso comunicante de pueblos y naciones, llenándose de voces y rumores, de plegarias y leyendas de peregrinos y mercaderes y gentes transpirenaicas.
Alfonso VI va allende el Pirineo a buscar varias de sus esposas; los cluniacenses traen modos y ritos de la Europa cristiana. Se substrae por el mismo rey Alfonso de la obediencia del obispo al monasterio de Santa María de Nájera, se expulsa a sus clérigos y se entrega a los monjes de Cluny. Así la mayoría de los monjes serán francos y desde luego, casi siempre, lo será el prior, como lo demuestran sus nombres: Petro Belino, Bernardo, Bosón, Arnulfo, Raimundo, Humberto, Hugo, Guidone, Haimone (?), Durando, Jimeno, Alano, Guidonio.
La puebla de Logroño se hace: ...Tam francigenis quam hispanis... en 1095. Hay también en Logroño una iglesia dedicada a la virgen del Rocamador a la que el pueblo modifica el nombre, llamándola de Roque Amador; y desde luego hay una Rúa-vieja, de origen franco. Los francos son los que ejercen los diversos oficios en las poblaciones: cambiadores de moneda, de oficios manuales, hosteleros. Nombres de oficios son: broter, moneder, aurifax, argentarius, bufón...
En 1126 encontramos en Nájera a un Roberto, hijo del maestro Pedro, que vende al sacristán de Santa María una viña en el camino de Santiago y cerca de Huércanos; él debía ser franco, pues lo son su fiador y la mayoría de los testigos de la venta: Gaufredus Porcelli; Iterius; Pihchion; Rainaldus, portagero; Fulchon; Iohannes de Volvent; Warinus Colasalsa; Dominico Valesino, saion; et multi aliis sic de de francis si cut de castellanis.
En 1159 doña Toda vende a Raimundo, prior de Nájera, todas sus heredades y casas de Alesón por 200 maravedises; muchos francos son testigos: Guillelmus Aldoini; Brun, filius Arnulfi; Giraldus; Helias, cambietos; Bernardus, cambiator; Giraldus, sellero; Petro Droas; Ferragut, f. Mainardi Iohanet; Godafre, alamnat; Bernardus Ceçurro; Stephanus Richart;Iohannes Nalgarnit; Guillelmus Pectavin; Bernardus Iofre.
El noble Aznar Fortuniones de Fervías hace una donación al monasterio de San Millán, en 1186, y en ella aparece un testigo, Martín Gombat, que acaso sea franco y el mismo que, en el 1187, va citado como Martinus Gombaldus, en la donación de la condesa doña Aldonza, mujer del conde don Lope. No muchos años después topamos con: Ferragut; Rotbertus, anglicus.
Cuando el arcediano de Nájera hace un cambio de fincas con la cofradía de clérigos seculares de Nájera, se destacan en el documento: Petrus de Gordoy; Michael Bordin; Iohannes de Gassenda; Aparicio de Juan Boçin.
Francos en Logroño
Al calor y bajo la protección del generoso fuero de Logroño, otorgado por Alfonso VI, en 1095, se acogen multitud de gentes: hispanos que vienen a vivir en la nueva puebla, para librarse de la «villanía» o de la opresión servil; extranjeros que hacen la andadura del camino de Santiago y no regresan a su patria; son los francos, entendidos en el sentido de hombres venidos de allende los Pirineos, que se quedan en el nuevo poblamiento del GRONIO, el vado o el paso del caudaloso Ebro, para organizar su vida de hombres libres, dentro de privilegios de franquía y fueros de libertad. Gracias al fuero, la pequeña aldea de los siglos X y XI se trocará en ciudad cada vez más importante, lugar de mercado y etapa de descanso casi obligado para la Europa rejuvenecida, que enviaba sus caballeros, peregrinos, mercaderes y aventureros por el camino jubilar de la visita al señor Sant-Iago.
Y si una de las calles de la ciudad se llamará de LA RUA, hoy Rúavieja, como recuerdo de esta etapa, los documentos nos proporcionan abundancia de nombres de estos FRANCOS:
Arnaldo Gaeto y Giraldo Esperoner, pobladores del Gronio; Petro y Raimundo de Albineto; Martín Belenguer; Iohannes de Comparat; Helias et uxor Iordana; Willelmo Poncio; Petrus Carello; Bernalt de Morleras; Petrus Helias.
Hay un pleito entre los vecinos del burgo de Logroño y el obispo, sobre jurisdicción y nombramiento de capellán en el Hospital de San Juan; los testigos nos traen resonancias de nombres francos: Petro de Germinanciis; Gulielmi Arnaldi; Gashonis; Raserius; Martino Guinot.
En la donación de un cañar en el Ebro al abad del monasterio de San Prudencio confirman o son testigos los francos siguientes: Pascual de Limoias/Limoges et uxor loana; Arnaldus de la Tenda, alcalde de Lugroñio; Michael de la Tenda, freter eius; Petrus Blascus et Petrus de Albinel, f. eius; Petrus Quadron, et f. eius Brun et Arnaldus Brun; Peregrin de Gavaston et frater eius Ramon; Guillen de Gavaston; Guillen de Gordon et frater eius Stephanus; Arnaldus Ioglar et G. Barnabas; Martinus Bruter.
El mismo Pascual de Limoges y su mujer Ioana venden un majuelo a García Treviana y en la escritura figuran también: Pere Bernalt; Pere Sangossa; D. de Limoges; Martin 8rotero; Bartolomeo Brotero; Alardin, saion; D. Galdiana, alcalde; P. La Pont, merino; Arnalt, alcalde.
Encontramos igualmente nombres francos entre los fiadores y testigos de la venta de Miguel, sacerdote de Santa María de Logroño, a Juan Ibáñez, prior de Calahorra en 1202: Petrus de Albinel; Poncius Buffon; Pere Copa, el fornero; Pere Andreu; Malbierlo, miles; Guillen de Lop Arceiz; Petrus Arnaldi; Pelegrin de Gavaston.
En un memorial de censo en favor de Santa María de Calahorra, 1222, que gravan a vecinos de Logroño, se observa estos nombres: García Gascón; Forz Doblera; Guilen Doat; Doat Texedor; Diago de Vila Mera; Juan de Rossa; Remont de domna Marta; Sanz de Puiol; Guilen, englés; Gil Dobrera; pere del Gron.
Francos en Calahorra
Si en Nájera y Logroño encontramos a tantos francos, debieron ser escasos en Calahorra. Acaso algunos nombres pudieran interpretarse como tales, pero no me atrevo a hacerlo, puesto que no les acompaña en ningún caso una denominación gentilicia o toponímica claramente franca. Solamente en Murillo de Calahorra y en Resa vemos: Comparad de Mancho; Iohannes de Flandina; Garsias de Ialo.
(por el Dr. Rodríguez R. de Lama, www.vallenajerilla.com)