Las "Coplas" son unas 40 en formato de pie quebrado o llamadas "manriqueñas", de 2 versos octosílabos y rima asonante, y uno de 4 sílabas como remate de los anteriores. Es una obra de Jorge Manrique dedicada a su padre, don Rodrigo, quien además de pertenecer a la nobleza militar más poderosa en la Castilla del Siglo XV, pertenecía a una familia de las letras. No dudó en combatir contra moros e incluso contra cristianos intrigantes del reino. El hermano de don Rodrigo era Gómez Manrique, dramaturgo prerrenacentista conocido por sus Autos religiosos, entre ellos el del "Nascimiento de Nuestro Señor", y sobrino político por casamiento del Marqués de Santillana y nieto de don Diego Hurtado de Mendoza. Ambos hermanos alternaban el oficio de las armas con la dedicación a las letras. Junto a don Jorge, constituyen los últimos medievales que revisten el tópico de las armas y las letras o sapientia et fortitudo, que se verá sumamente reforzado por Garcilaso de la Vega y Cervantes.
En la estructura general, se reconocen fundamentalmente 3 partes, Introducción, Cuerpo y Conclusión, que por su importancia y temática hace que se subdivida en las siguientes:
En la Introducción, la apelación se vuelca hacia la influencia de Eclesiastés y su idea de los ríos que desembocan en el mar y su comparación de aquellos con la vida, así como la noción de la muerte como la gran igualadora. El cronotopo fundamental es el del camino y el del río.
La siguiente parte es la Invocación, característica de otros géneros como la épica, en que el poeta apela a la divinidad (pagana o revelada) para el correcto curso de sus palabras.
La tercera parte consta del Cuerpo, cuyo tema es la fragilidad de la vida, la crítica al mundo contemporáneo o al mundo circundante, junto con las alabanzas al padre, don Rodrigo Manrique, Maestre de la Orden de Caballería de Santiago y moriturus.
La cuarta parte es el Anuncio Final en que la propia muerte aparece, y lo hace personificada. Es la teoría de estos caballeros o bellatores prerrenacentistas, según la cual la muerte es según lo hecho en el transcurso vital. La vida noble, valiente, de entereza y cristiana es premiada con una presencia de consuelo, a la que es imposible eludir. Por eso no aterra a Rodrigo, no lo altera ni crispa de terror: la Muerte del Maestre es un Caballero armado, un igual, al que reta a duelo suavemente y al que insta a abandonar las cosas mundanales y falsas. Manrique quita lo morboso, lo macabro de las Danzas, pues esta es una característica del desencanto y del terror. Es el Anuncio Final.
En la quinta parte, el mismo moriturus habla y acepta la entrega de su alma a Dios, en paz con la vida, rodeado de sus hijos, esposa, caballeros, sirvientes. Es el Ars Moriendi.
Las partes sexta y séptima constan de la Oración y el Cabo o cierre. En la primera, se destaca la Tercera Vida: la Memoria. La Primera Vida es la terrenal, finita y breve, sujeta a los vaivenes temporales. La Segunda Vida es inmortal, la del más allá, junto a Dios. En el medio, más breve que la eterna pero más extensa que la terrenal, el recuerdo. Y es eso lo que pervive y mantiene con cada uno de nosotros a nuestros seres queridos ya partidos.