Ha llegado la fiesta, mas, por impedimentos,
en lugar de víctima, he degollado una cebolla.
Fui a desollarla y no le encontré pata,
allí mismo la pelé a mano;
la piel se estropeaba y rompía,
y, si de curtirla habláis, se pudrirá.
Tormento tuve mientras la pelaba:
lloraban mis ojos, se me quejaba el cuerpo;
y decía: "De dura no me he de cocinar,
ni freír: ahórrate la pimienta."
Encontré algo blanco y dije: "Niño, anda,
trae una fuente para poner la grasa."
¿Manteca todo? No hallé sino tumor
como un puño, más duro que guijarro.
Cogí un cuchillo, todavía osado,
más en cogiéndolo, se puso el caso difícil:
flaca es, no sirve para víctima,
ni tiene nada de ue hacer fritura.
Estas rimas lancé descuidadamente,
mi mente fue el arco, la pluma, el dardo,
tinta puse en lugar de ponzoña,
y acerté plenamente en los conceptos.
No digas que tiro de mi reserva,
que el inspirado habla improvisado,
y las rimas no se atreven a hiparme,
pues soy bufón, y ellas, los cascabeles.
Esta poesía es un zéjel, creado por Muccadam Ben Moafa el Cabrí, poeta ciego de la ciudad de Cabra, Córdoba. nacido entre los siglos IX y X. Este tipo de texto es una variante avulgarada de la moaxaja, inventada por el mismo poeta. Sin embargo, el gran cultivador del género fue Ben Quzmán: ni antes ni después estas composiciones adquirieron semejante vuelo y picardía. El zejelero tiene fama de obsceno y muchas veces se encarga de hacer valer esa fama, si bien su estilo es más bien de desenfado, burlón, de no tomarse nada en serio. En la obra, finge sacrificar una cebolla en lugar de un carnero para la pascua musulmana de los sacrificios.
Esta festividad es conocida como la Gran Fiesta del Cordero, Fiesta del Sacrificio o AID-EL-KEBIR, la más importante después del Ramadán o ayuno. Tiene lugar cada año, y el inicio suele ser proclamado observando a ojo la evolución de la luna. Su origen se remonta a la Biblia: Abraham (Ibrahim) fue también el fundador del pueblo árabe: tuvo dos hijos, Ismael e Isaac, y para el Corán- libro sagrado musulmán- su primogénito fue el primero de ambos en ser ofrecido como prueba de su amor por Alá. Como Isaac, para los judeo-cristianos.
Se mata al cordero teniendo en cuenta unas normas tradicionales, entre ellas que el animal no sufra, y se comparte en ambiente festivo con música y platos, y dura dos días. También es una fiesta del perdón, en la que deben reconciliarse y olvidar conflictos.
Una parte del cordero se reserva para compartir con quienes no han sido favorecidos por la fortuna.
El poemático tema de la cebolla:
En la primera mitad del siglo XII, en pleno periodo almorávide, Córdoba fue testigo de la individualidad de Ben Quzmán, el poeta que llevó el zéjel de Moccadam ben Moafa a la cumbre. Muchos momentos en la vida de Ben Quzmán fueron de mesas regias, de acusaciones de inmoral y advenedizo y hasta de miseria. Sin embargo, su optimismo y su arte le proporcionaron protectores. Por eso, no le importa no tener un carnero que sacrificar en la Pascua, porque con un zéjel, solo uno, podrá conseguirlo de su mecenas. Es que a falta de carnero para el sacrificio pascual árabe, deberá contentarse- socarronamente- con la cebolla, símbolo absoluto de la pobreza.
A partir de los cortes que se realizan sobre el tubérculo, aparece la comparación con los cortes que se realizan en el animal y la carnestolenda posterior. Los cortes, en un ritual serio, permitirán observar no sólo la sangre sino también las vísceras. Era muy común la lectura de las entrañas de los animales, no sólo en los ámbitos ocultos de la Edad Media, sino desde la antigüedad. Lo ridículo del caso es que se espera una lectura similar de los anillos de este vegetal y su correspondiente hieroscopia o aruspicina (arte supersticiosa de adivinar en las entrañas de los animales).
Aquí aparece entonces el matbú, súbitamente, que consiste en la inspiración espontánea comparable sólo con una flecha lanzada al vacío. En cuanto a su estructura, este zéjel tiene la fórmula 0 + 6, ya que cuenta con un preludio, cabeza o mat'la, seguido de 6 estrofas constituidas por 3 versos monorrimos o gusn y un verso -de la misma rima que el preludio- o simt.
Contra todo pronóstico, el poemático tema de la cebolla ya aparece en la magnífica Grecia, en los inmortales y épicos hexámetros de Homero. En La Ilíada han dejado de ser villanos quienes la apetecen, ya no es un último recurso de subsistencia y genuina expresión de pobreza. Son nobles, reyes e hijos de dioses quienes la reciben como agasajo.
En un pasaje del canto XI, Aquiles contempla la derrota y a dos guerreros, uno de los cuales va herido. Este es llevado a la tienda y allí "Hecamade acercó una mesa magnífica de pies de acero, pulimentada; y puso encima una fuente de bronce con cebolla, manjar propio para la bebida, y una bella copa guarnecida de áureos clavos que el anciano Néstor se llevara de su palacio y tenía cuatro asas..." Esta famosa copa de Néstor es la descubierta en las excavaciones de Schliemanu en las ruinas de Ilión. Entre los griegos, la cebolla es manjar propio para la bebida.
La motivación es muy diferente en Miguel Hernández. No tiene el tono burlón de Ben Quzmán, ni la altivez épica griega. "Las nanas de la cebolla" son un canto a la ternura y al dramatismo, son los años del hambre y de la finalización de la guerra civil española.
Fuente: García Templado, José. "El poético tema de la cebolla". Revista de Occidente 29, Año III, 2° ép. (1965): 235-242
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