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Amour courtois

Amour courtois
Drutz et "midons"
"...Entonces me verás...y mi muerte, más elocuente que yo, te dirá qué es lo que se ama cuando se ama a un hombre..." (Pedro Abelardo a Eloísa)

domingo, 25 de enero de 2009

Primitiva Lírica (I)



La denominada Edad Media es un período de la Historia que se ubica entre los siglos V y XV, entre la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 (Odoacro, rey de los hérulos, depone a Rómulo Augústulo) y el Descubrimiento de América en 1492. Muchos consideran que esta es una época retrógrada, primitiva, de persecuciones, guerras, pestes y falta de libertad, por lo que la llamaron Época Oscura. Lejos de poseer estas cualidades negativas en forma tan taxativa, la Edad Media guardó y contuvo formas de pensamiento y de artes que florecerían no mucho después. En pocas palabras, sin Edad Media difícilmente hubiese habido Renacimiento.
Más allá de las invasiones bárbaras, las Cruzadas y el "enemigo" moro o judío, en la Península Ibérica las tres grandes religiones monoteístas convivieron y dieron maravillosos frutos literarios, arquitectónicos, músicos, de entretenimiento, etc. Baste decir simplemente que el Rey Alfonso X trabajó en sus talleres de compilatores y scriptores junto a moros y judíos, codo a codo. La Inquisición, la conversión a la fuerza o la simple expulsión, vino de la mano de los Reyes Católicos, especialmente Fernando de Aragón, por cuyas venas fluía sangre hebrea. Es el Renacimiento el encargado, y no la Edad Media.
La época de esplendor comienza con la invasión musulmana en 711, a manos de Tariq; la tolerancia religiosa pudo verse en la convivencia de los templos, iglesias cristianas, sinagogas, mezquitas. La filosofía, la astronomía, la arquitectura y aun la primitiva lírica nos llega al presente gracias a los moros y a los judíos que conservaron y tradujeron a los grandes pensadores. La concepción numérica del 0 (cero) manifiesta en forma concreta el horror vacui u horror al vacío que sufrían; el temor a la nada hizo que este pueblo semita la nombrara con el dibujo circular. Nombrar significa "definir", poner un fin, un límite. Al hacerlo, se tiene el poder sobre la cosa nombrada. Es por eso que para moros y judíos es imposible nombrar a Dios por su propio numen. Además de los números arábigos (de allí el nombre), la cultura hispana absorbió términos relacionados con la "química", "alquimia", "alcohol"; con los perfumes como el "azahar", "jazmín"; con la vestimenta como la "alpargata", "almohada", "ajorca", "albornoz"; con la construcción y la vivienda, los "albañiles". La típica construcción colonial de la Argentina es heredada de la Península; si observamos bien, el famoso "zaguán" es un pasillo que da un vergel o jardín interno, que en lugar de tener la fuente central como en los países árabes, tiene un "aljibe". España es nombrada Sefarad -por los hebreos- o al-Andalus.
Muchos de los moros se apartaron de las costumbres originarias de Arabia y crearon otras con sello propio; no sólo bebían, cuando estaba prohibido por el Sagrado Corán, sino que los poetas no emplearon la lengua árabe clásica para sus composiciones líricas. Es así que hacia el año 900 DC, Muccádam ben Muafa el Cabrí creó un nuevo género lírico, la moaxaja. Esta composición de entre 5 y 7 estrofas dio un giro a la poética árabe y luego a la hebrea. Iniciada con un preludio o sin él (que le da el nombre de aqra o moaxaja calva) consta cada estrofa de una mudanza (gusn) y una vuelta (qufl). Escrita en árabe clásico, remataba con una coplita en mozárabe, romance o árabe vulgar. Estos últimos versos, preanunciados con un verbum dicendi, eran puestos en boca de una mujer y constituían la markaz o salida final: la jarcha.
La jarcha era este remate final, la joya engarzada alrededor de la cual se componía el anillo o moaxaja para que se luciera. Las jarchas romances eran utilizadas por numerosos poetas, al punto tal de que una misma podía aparecer en varias moaxajas diferentes.
Hasta mediados del Siglo XX, la composición literaria española más antigua era el Poema de Mio Çid, escrito en 1140 según Menéndez Pidal. Sin embargo, el descubrimiento de Samuel Stern de las jarchas hebreas en una Sinagoga de El Cairo en 1948 dio por tierra con dicho argumento. Poco después, Stern dio a conocer las jarchas mozárabes, anteriores cronológicamente a las hebreas a las cuales inspiraron.
Una variante de la moaxaja es el zéjel, en lengua vulgar y carente de dichos versitos finales. El gran propulsor fue Ben Quzmán, autor de numerosas composiciones como A Laleima, El sacrificio de la cebolla, La ropa de cama, entre otros textos.
Posiblemente debido a su presencia en Francia, los musulmanes habrían ejercido influencias en la lírica provenzal con su concepción del amor contemplativo e idealizado. Si bien fueron detenidos en la batalla de Poitiers, no puede descartarse este influjo. Este amor ibahí habría quedado como semilla para germinar en la corte de Guillermo de Aquitania en el siglo XII, primer trovador conocido, para ingresar luego por el Camino de Santiago hacia la Lusitania. Similares características presenta la lírica galaico-portuguesa con las cantigas d´amor.