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Amour courtois

Amour courtois
Drutz et "midons"
"...Entonces me verás...y mi muerte, más elocuente que yo, te dirá qué es lo que se ama cuando se ama a un hombre..." (Pedro Abelardo a Eloísa)

jueves, 22 de diciembre de 2011

 X CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN ARGENTINA DE HISPANISTAS


Tendrá lugar en la Universidad del Litoral, provincia de Santa Fe, en 2014. Próximamente, brindaré más información.

martes, 13 de diciembre de 2011

IX Congreso de la Asociación Argentina de Hispanistas

En abril de 2010, en la ciudad de La Plata, tuvo lugar el Congreso de la Asociación Argentina de Hispanistas. Estuvieron presentes grandes referentes internacionales, entre ellos Carlos Alvar, Lilia F. de Orduna, Mercedes Rodríguez Temperley y Leonardo Funes.
El sitio elegido fue el Pasaje Dardo Rocha, en el cual se desarrollaron las exposiciones simultáneas en las correspondientes mesas, junto con los foros e informes de investigación.
Los diferentes talleres tuvieron lugar también en este palacio, que dio la bienvenida a un cenetenar de expositores y decenas de invitados especiales. La cena de camaradería y el recital de música renacentista y barroca dieron el cierre a este importante evento, que se repetirá en Santa Fe en 2014.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Literatura y poesía judía

 Aunque las primeras comunidades judías en la Península datan probablemente de la época romana, la producción literaria en hebreo de los judíos hispanos no surge en al-Andalus hasta mediados del siglo X. El que fuera obra de una minoría, escrita en una lengua muy distinta de las romances peninsulares, ha hecho que haya quedado injustamente marginada a la hora de valorar nuestro pasado legado cultural. Los primeros escritos hebreos en prosa y en poesía coinciden con el periodo más fecundo del califato de Abderramán III, que convierte a Córdoba en una corte llena de bienestar y prosperidad, con un clima de tolerancia y aceptación del pluralismo propicio al desarrollo de las artes y las letras. Los judíos, uno de los grupos minoritarios sometidos a tributo, se benefician también claramente de esta atmósfera. La lengua en la que hablan cada día es el árabe, pero leen la Torá y rezan en la sinagoga en hebreo, y es en esa lengua, viejo legado del pueblo judío, en la que se escribirá esta naciente literatura. Un miembro destacado de la familia jiennense de los Ibn Šaprut, Hasday, que ocupa un alto cargo en la corte califal, reúne a su alrededor el primer grupo de eruditos judíos que sentará los cimientos de dos campos fundamentales de la cultura judía andalusí, el de la filología, en prosa, y el de la poesía, unidos estrechamente desde el principio: la lengua hebrea deberá adquirir una nueva vitalidad para servir de instrumento a la creación poética.
En al-Andalus, la nueva poesía que componen los judíos, familiarizados con la cultura de sus vecinos, es muy distinta de la que desde siglos atrás se venía empleando en la sinagoga: sus metros, rimas, géneros, temas y hasta las imágenes se toman de la poesía árabe; la lengua de la Biblia y la inclusión de algunos elementos típicamente judíos le dan un sello peculiar y único. La poesía hebrea andalusí se desarrolla con gran vitalidad y alcanza la plena madurez apenas cien años más tarde: a mediados del s. XI comenzaría en los diversos reinos de taifas lo que se ha llamado el “siglo de oro” de esa poesía.
La desintegración del califato cordobés en medio de luchas internas favorecería la migración de no pocos intelectuales a otros lugares, entre ellos a la Marca Superior o taifa aragonesa, en la que se establecieron distinguidos filólogos y poetas de origen cordobés. En los nuevos pequeños reinos se da un florecimiento de las ciencias y las letras bajo el patronazgo de los señores locales; así, en Aragón, los Tuŷībíes primero, y los Banū Hūd a partir de 1038 o 1039 crearían un clima próspero, favorable al desarrollo de las artes y las letras, del que se beneficiaron no pocos escritores judíos.
En ese ambiente cultural de las taifas se escribe la mejor poesía judía, en la que destacan de modo especial cuatro grandes poetas: Šemuel ibn Nagrella “ha-Nagid”, cordobés afincado en Granada, Šelomoh ibn Gabirol, malagueño asentado algunos años en Zaragoza, Mošeh ibn Ezra, oriundo de Granada, y Yehudah ha-Levi, nacido en Tudela. Gracias a su genialidad llega la poesía en lengua hebrea a sus más altas cimas. La poesía y la mayor parte de esta literatura se escribe en el ámbito de la corte o de los grandes centros urbanos. En Aragón, aunque sabemos que algunos escritos hebreos se elaboraron en Belchite, Alcañiz, Huesca, etc., el centro más fecundo e importante de poesía y literatura hebrea en general, tanto durante la época andalusí como después de la reconquista, se encontraba en Zaragoza. Escribir y hasta leer poesía hebrea exigía un profundo conocimiento de la literatura tradicional judía, un dominio técnico y una sensibilidad poética que no solían encontrarse sino entre los intelectuales muy preparados. Los poetas podían provenir de cualquier clase social: eran miembros de familias pudientes, profesionales (médicos, jueces o secretarios, etc.) o simplemente, gentes con menos medios que vivían de este oficio e iban de un lado a otro en busca de sustento.
Superadas las suspicacias iniciales, los judíos andalusíes aceptaron con entusiasmo la nueva forma de escribir poesía escandida, y la consideraron como la manifestación literaria más excelente. Deseando emular a sus coetáneos árabes, trataron en hebreo sus mismos temas: poemas de elogio o panegíricos, al estilo de la casida árabe, cantando las virtudes de personajes distinguidos, que solían hacer oficio de mecenas; elegías, alabando los méritos de una persona difunta; cantos de boda, ensalzando las cualidades de los novios que celebraban el enlace nupcial; cantos de amistad, expresando la nostalgia de la separación; poemas amorosos describiendo delicadamente la belleza de la amada o el amado, y la pasión que despertaban en el poeta; cantos sobre los placeres que proporcionan el vino, la naturaleza, las flores, los jardines o las aguas; sátiras sobre los vicios o defectos de una persona o de un grupo social; duros cantos de guerra escritos desde el campo de batalla, o reflexiones sobre temas éticos y ascéticos. Con frecuencia el poeta judío expresaba también sentimientos y vivencias personales. Muchas veces, esos mismos autores escribían igualmente composiciones de contenido religioso destinadas a ser recitadas o cantadas por los fieles judíos en la liturgia de la sinagoga.
Los poetas hebreos solían imponer al material recibido de sus convecinos, además de la lengua hebrea en la que se escribió la Biblia, un sello propiamente judío: unas veces, la reflexión sobre el sentido de la vida que va más allá de la mera búsqueda de placer o el fatalismo de los árabes; otras, un convencimiento profundo de que Dios es el Señor de la historia, el que gana las batallas y protege a su pueblo. El poeta podía sentirse impulsado a ejercer una especie de autocensura, prohibiéndose la vida fácil mientras durara el destierro del pueblo judío, o considerando que la poesía no había sido sino una ligereza del tiempo de su juventud. Desde la teología del judaísmo adquirirá una nueva perspectiva la lucha con el Destino, que trata de desviar al hombre de su camino y de cargarle de desgracias, y con el Mundo, o Tierra, que intenta seducirle con sus halagos y atractivos, temas también tomados de la poesía árabe. Otras veces, el poeta expresa su añoranza por el país de sus mayores, su deseo de volver a Jerusalén. Todo eso proporciona sin duda un tono original y característico a la poesía de los judíos andalusíes, una dimensión más profunda que tiene poco que ver con el excesivo formalismo que a veces se encuentra en los poetas árabes.
Junto a la poesía, que es una de las primeras manifestaciones literarias de los judíos andalusíes, se cultivan otros géneros en prosa hebrea, sobre todo de carácter técnico: escritos filológicos, comentarios a la Biblia o al Talmud, códigos jurídicos, obras apologéticas e históricas, etc. Mayor ambición y calidad literaria tienen los relatos de viajes, o los cuentos, originales o traducidos. También se inicia pronto la costumbre de enviar cartas a amigos o conocidos con los que se establece una correspondencia literaria. En el periodo musulmán, especialmente durante el siglo XI, viven en Aragón, y sobre todo en Zaragoza, algunos intelectuales judíos particularmente brillantes. Destacaremos entre ellos algunos nombres significativos: Yonah ibn Yanah, nació probablemente en Córdoba, a fines del siglo X, pero vivió la mayor parte de su vida en Zaragoza. Aunque en su juventud escribió también poesía, consiguió merecida fama como uno de los gramáticos hebreos más notables, autor de una obra gramatical completa y bastante sistemática sobre la lengua bíblica, que estudia sus características morfológicas y sintácticas, junto con un amplio diccionario: El libro de la investigación detallada. Para sus estudios técnicos sobre la lengua hebrea empleó el árabe hablado por los judíos (judeoárabe), utilizando métodos claramente comparatistas, esto es, explicando fenómenos propios del hebreo a partir del árabe y el arameo. Su objetivo último era ayudar a entender mejor los textos de la Escritura. Su obra dejó profunda huella en toda la lingüística hebrea medieval.
Abraham bar Hiyya (-c. 1136) se formó probablemente en Huesca, aunque vivió la mayor parte de su vida en Barcelona, ocupando puestos públicos de importancia en la comunidad judía, y poniendo sus amplios conocimientos científicos al servicio de los reyes de Aragón. Escribió en hebreo sobre cosmografía, astronomía, geometría, problemas del calendario, temas mesiánicos y cuestiones astrológicas, además de preparar una notable enciclopedia, Fundamentos de la inteligencia y torre de la fe. Junto con Platón de Tívoli tradujo obras científicas del árabe al latín, facilitando la transmisión del saber científico árabe y oriental a los países de Europa.
Šelomoh ibn Gabirol (ca. 1020 - ca. 1057) fue uno de los genios precoces más brillantes de toda la poesía hebrea. Aunque su familia procedía también de Córdoba, nació en Málaga, y pasó su adolescencia en la Zaragoza de los Banū Hūd, si bien sus enfrentamientos con otros miembros de la comunidad judía y su búsqueda de mecenas generosos le llevaron a abandonar la ciudad. A los dieciséis años, protegido por un ilustre judío zaragozano, escribía una poesía de gran belleza y profundidad, sintiéndose ya un poeta maduro. Pero se vio obligado a lamentar en forma poética muy profunda la muerte violenta de su protector. Vivió intensamente la búsqueda personal de la sabiduría y la belleza. Conocía su propio valer, tenía al parecer un genio vivo y nunca supo adaptarse muy bien a la sociedad, contra la que se revolvería con agresividad como un incomprendido. Sabía ser un refinado poeta formalista, al mismo tiempo que tenía un buen dominio de la lengua y una gran hondura lírica, poco habitual en las literaturas del medievo. Se lamenta sin cesar de su soledad, de estar rodeado de plagiarios, envidiosos y estúpidos, y vuelca en sus versos el sarcasmo y la amargura que esa situación le suscita. Renovó la poesía litúrgica para la sinagoga, buscando fórmulas que respondieran mejor a la sensibilidad de los fieles judíos de su tiempo. Además de unas trescientas poesías de tema secular, escribió muchas de tema religioso, entre las que destacan sus versos sobre los preceptos judaicos. Su Corona real, en prosa poética, llegó a ser una de las grandes composiciones populares del judaísmo. Su pensamiento, de cuño neoplatónico, impactó en el ámbito de la filosofía medieval. Lo plasmó en una obra filosófica en árabe, traducida al latín como Fons vitae, La fuente de la vida, admirada incluso en círculos filosóficos cristianos. En el campo de la ética es conocida su obra La corrección de los caracteres. Su temprana muerte parece apoyar la hipótesis, apoyada en algunos poemas, de que su salud fue siempre muy delicada.
En la segunda mitad del siglo XI destaca también en Zaragoza, a un menor nivel, el poeta Levi ibn al-Tabban. Aparte de algunos poemas de amistad, la mayor parte conocida de su obra está formada por poemas litúrgicos escritos para ser cantados en la sinagoga con ocasión de las principales fiestas judías. Llaman la atención sobre todo sus poesías hímnicas y penitenciales; en estas últimas, escritas para los días de ayuno y meditación, lamenta los sufrimientos de las comunidades judías como consecuencia de los avatares de los tiempos. Sus poemas suelen tener profunda fuerza lírica, y están escritos muchas veces desde perspectivas universalistas. Escribió también un tratado sobre la lengua hebrea que no se ha conservado. Bahya ibn Paqudah (ca. 1030- ca. 1110) vivió igualmente en Zaragoza. Fue uno de los filósofos morales más leídos dentro del Judaísmo. Escribió en judeoárabe su libro Deberes de los corazones, describiendo las obligaciones religiosas de cada uno de los miembros del cuerpo y, especialmente, las más internas, las creencias y actitudes del corazón. Se tradujo muy pronto al hebreo, y más tarde, a todas las lenguas occidentales, alcanzando gran popularidad, sobre todo por su estilo profundo y persuasivo. También escribió poemas litúrgicos para la oración sinagogal. Con el avance de la Reconquista y la llegada primero de los almorávides y más tarde de los almohades, a mediados del siglo XII se apagaría la vida cultural de las comunidades judías de la parte de la Península todavía musulmana. Serán sus herederos espirituales los judíos que se establecen en los reinos cristianos del Norte, en un ambiente cultural totalmente distinto del de al-Andalus. Aunque se mantienen las tradiciones literarias iniciadas en el periodo andalusí, y se cultivan algunos géneros nuevos, no puede decirse que se alcance una altura similar, fuera de algunas excepciones, entre ese momento y la expulsión definitiva de 1492. Entre las manifestaciones literarias hebreas más interesantes de este periodo se cuenta, además de la poesía, la nueva prosa artística, muchas veces rimada, en la que se escriben pequeñas novelas y cuentos de origen oriental o árabe. Uno de los escritores que cultiva este género es Yehuda ibn Sabettai (1168-después de 1225), médico nacido probablemente en Molina de Aragón, y que vivió, entre otros lugares, en Zaragoza. Su relato sobre Yehudah, el que odiaba a las mujeres, es una curiosa muestra de novelita de tema misógino al gusto de la época.
La poesía alcanzará su época de más esplendor en el llamado “Círculo de Zaragoza,” a fines del siglo XIV y comienzos del XV. La familia zaragozana de la Cavallería sería el centro espiritual de este grupo. El preceptor de los hijos de Don Benvenist ben Labi, Šelomoh ben Mešullam de Piera (ca. 1340 -ca. 1418), fue el líder indiscutible, el poeta más célebre de su generación. A él se debe un diccionario de rimas, así como una amplia correspondencia literaria con la mayoría de los poetas e intelectuales judíos de su tiempo; fue autor además de varias elegías, y numerosos panegíricos o poemas de alabanza dirigidos a las grandes personalidades de su época, entre las que se incluyen intelectuales cristianos como Juan de Híjar. Son sobre todo casidas, según la traducción andalusí, y algunos poemas estróficos o moaxajas, en su mayor parte de carácter litúrgico. La presión de los tiempos le llevaría al bautismo en 1414, siendo ya anciano, al mismo tiempo que buena parte de la familia de la Cavallería.
Son también poetas del mismo círculo Vidal Benvenist, que probablemente vivió en Alcañiz, y su cuñado, Vidal Ben Labi, de la familia de la Cavallería de Zaragoza. Se conservan correspondencias literarias y poemas independientes de ambos escritores. El primero de ellos tiene una amplia obra poética y es autor también de una narración en prosa rimada titulada Efer y Dinah. El segundo fue poeta, filósofo y traductor, y tomó el bautismo en 1414, pasando a ocupar puestos importantes en la corte cristiana. Šelomoh Bonafed, nacido en la provincia de Lleida, que pasó al menos una parte de su vida en Zaragoza y Belchite en la primera mitad del siglo XV, es el último de los grandes poetas de Sefarad. Se conserva también una parte de su correspondencia literaria con judíos ilustres de su tiempo, poemas de amor, sátiras personales y sociales, etc. Se le respetaba por su criterio literario, y los jóvenes que empiezan le enviaban sus primeras muestras poéticas, que él, según los casos, valoraba o ridiculizaba. Tienen amplio eco en su obra la presión de los tiempos y el desánimo que provocan las conversiones en las comunidades judías. Imita a los grandes autores andalusíes, aunque introduciendo sensibles cambios estructurales, en los que a veces se traslucen los nuevos gustos literarios de la época. Acudía con frecuencia al tópico de ser el último de los poetas de Sefarad, de que la poesía de corte andalusí moriría con él. Por desgracia, ese presagio se cumplió.


(LA ESPIRAL, Espacio para el Pensamiento y las Culturas del Valle del Ebro, LITERATURA Y POESÍA JUDÍA, Angel Sáenz-Badillos, Universidad Complutense de Madrid.)

martes, 1 de marzo de 2011

El vino y la viña en Nájera (siglos X-XIII)

La documentación medieval riojana es prodiga en referencias a la vid y el vino. En el caso concreto de Nájera las noticias relacionadas con el cultivo de la vid y la elaboración y comercio del vino aparecen desde muy pronto en gran número de diplomas medievales.  Valga como ejemplo el contenido de algunos de ellos entresacados de la documentación, anterior al siglo XIII, publicada hasta la fecha.
LAS VIÑAS
        Los cartularios de San Millán y Valvanera contienen numerosas alusiones a las viñas que los dos antiguos monasterios riojanos tenían en Nájera.
      En 1024, en una lista de las heredades  que San Millán tenía en Nájera, el monasterio, aparece como propietario de diecinueve viñas y un majuelo. Entre otras se mencionan viñas en San Julián y una viña que llaman de Oblatione que era, seguramente, una viña cuyo fruto estaba destinado a hacer el vino que se empleaba en el Sacrificio de la Misa. Esta viña aparece nuevamente, en 1079, en la venta de una tierra, en Nájera, que está, dice la escritura, “al lado de la vña de la oblación ( es decir: ofrenda y sacrificio que se hace  a Dios (de) San Millán”. 
      San Millán ponía empeño en el cuidado y amejoramiento de sus viñas en Nájera y, en su caso, en la creación de otras nuevas. Así, en 1036, encontramos otra escritura en la que Gomesano, abad de San Millán, aconsejado por el rey García y el Obispo Sancho, cambia al abad Muño y la congregación de Santa Coloma una viña suya, llamada la viña del Cerezo, “cultivada y fructífera”, y acepta de Santa Coloma otra “inculta y desierta” y  “que estaba junto a nosotros y se metía en nuestra viña de San Julián, a lado de la carretera que de Tricio lleva a Nájera”. Son testigos de este cambio, además del rey el obispo y otros nobles, señores y clérigos, “omne Nagerense concilio”.
      Este mismo año de 1036  vemos, en otro diploma, como el cenobio de San Millán intenta aumentar el numero de sus viñas entregando a Lope de Nájera un campo “para hacer una viña a medias en el lugar que llaman junto al camino de Tricio, delante de San Julián” afirmando “Y después (de que este hecha) te demos tu mitad...”. 
      En ese mismo sentido el abad y los frailes de  la congregación de Santa María la Real, que afirman tener  “poquisimas viñas y superabundancia de campos”, movidos por el interés de poseer mas viñas llegan, en 1081, a un acuerdo con los “hermanos” de Santa María de Valvanera que se concreta así: “les damos una tierra junto a Villanueva, en el lugar que llaman Fascias, (...)  de modo que nos planten una viña como la suya en el valle de Cambras; y después de que esta viña se haya plantado y creado, pase a nosotros íntegramente, y sea suya esa tierra libre y exenta por todos los siglos, sin que nadie se lo impida”. Y se dice mas tarde en la misma escritura: “Y yo Pedro prior de Valvanera, dí 80 sueldos a Sancho Navarro, presbítero, para crear aquella viña hasta que les plazca a aquellos de Santa María de Nájera; y ellos aquella viña y los de Valvanera aquella serna tengamos cambiadas por los siglos de los siglos”.
      Parece ser que, después de todo, en 1085, transcurridos los cuatro años que se tardaba en hacer una viña, los de Valvanera no habían cumplido su compromiso y  Don Marcelino, prior, y toda la congregación de Santa María Najerense  dicen a los “hermanos”: “de igual modo que nos comprometimos a entregaros a vosotros, señores de Valvanera,  una pieza de tierra para que nos hicieseis en otra tierra nuestra la misma cantidad de viña de majuelo, ahora  a cambio de aquel majuelo que debisteis crearnos convenimos entre nosotros que hagáis en nuestra tierra unos molinos en el lugar que llaman Bobadilla; y cuando los molinos estén hechos, nosotros tengamos aquellos molinos y vosotros aquella tierra que esta en Villanueva libre y sin ninguna mala voz”.
      No acabaron aquí los negocios entre Valvanera y Santa María, que seguía teniendo, al parecer necesidad de aumentar la extensión de sus viñas  y,  algunos años mas tarde, entre 1088 y 1116, encontramos una escritura que, como es corta, transcribiré íntegramente, dice así: “ A nosotros los señores de Santa María Najerense, con nuestro prior Remondo, nos plugo hacer un cambio con vosotros, señores de Santa María de Valvanera y su abad Eneco. Nosotros los de Santa María Najerense os dimos una tierra en el lugar llamado Coculare; y vosotros nos disteis una viña en Certun”  
  LOS PARRALES
        En las orillas del Najerilla y de los ríos menores, sobre la glera, se plantaban parrales e incluso es probable que en lo que aparece como la “glera de San Julián” se plantasen agrupados formando lo que en esa época se llamaba un “vinearum”.
      Hemos visto que ya se han mencionado viñas en San Julián sin que esto quiera decir nada en lo referente a su  clase ya que, en esta época, viña, parral y majuelo, en muchas ocasiones, son sinónimos.
      En un documento de 1171 se nos cuenta como Juan Estevanez y su esposa María Roberth, “acuciados por la necesidad” venden “un parral que teníamos en esa glera de Sancto Iuliano” y dice que linda “al este con el río molinar, que va a esos molinos de Sancti Iuliani que son de San Millán, junto a aquel parral del rey. A la parte del oeste (linda con) aquel parral de Petro Paian que fue de García Merino. A la parte del regañón (linda con) la vía que va a Sanctum Iulianum, (y) con aquel parral que fue de Stephano Renalde y de Petro Laveiha.”
      Algunos años mas tarde, en 1186, en un documento de donación de Gomesano Bermúdez a San Millán se nos dice ”Ofrezco (...) mi parral (...) que compre a Pascasio Merino, que esta junto a la vía que va de Nájera a Tricio; de una parte discurre el Najerilla; de la otra el agua que va a los molinos de Sancti Iuliani y corre entre el parral del rey y ese parral.”
      Este tan mencionado parral del rey todavía existía, y era propiedad del rey Alfonso VIII, en el año 1210, que se lo da, para que lo cultiven a medias, a ciertos hombres de Nájera cuyos nombres constan en el documento que menciona al alcalde Don Pardo, a Zachea, judío,  a Alolaphic, su hermano, y a otros nueve vecinos de la ciudad. Entre las numerosas y detalladas condiciones que les impone el rey les dice “y que me deis (...) la mitad del fruto y la otra mitad la tengáis vosotros, pero mi mitad debéis traérmela a Nájera al encargado de mi bodega...”. Les da el agua para que rieguen el parral ( “vinea supradictam” le llama) cuando y como quieran y  además les dice: “Os autorizo a que cojáis, en mi soto de Villazudez, tantos plantones (seguramente  sauces que se asociaban a los parrales como tutores vivos) como sean necesarios para el mencionado parral según lo que estimen los hombres buenos de Najera”.
In dei nomine. Yo johan zapatero vendo a vos Don pedro 
camarero d.s.e. II vinnas en pago de badaran por III. m. 
Et fui pagado de todo el precio con su rex. Alladannos 
de la una (parte), la que comprastes de vuenega fortun. 
De la otra part el sendero que va a la vinna del val. en 
na otra alladannos la que comprastes de los fijos de 
sancho caro. de fruent la de sant Millan de suso. 
fiadores de riedra Johan martín del varrio et sancho 
fijo de domingo martín de la riba. testes mano fechos 
Don domingo el capellan de badaran Don gonçalvo 
de verceo, semel ruvio de villa olquit. Lope el escudero 
del abbad et assensio annado de sem ruvio et domingo 
de çofiori escudero del camarero. e.m.cc.L.IX.
 
EL RIEGO DE LAS VIÑAS
        Uno de los primeros documentos que encontramos nos habla de un asunto que todavía hoy es motivo de polémica: el riego de las viñas.
      En el año 997 en una carta de donación y confirmación  García II Sánchez el Temblón  otorga a San Millán el uso del “agua aquella que viene del valle de Alesón para regar las viñas de San Millán ... que están en Nájera”.
      Mas tarde, en 1076, en la confirmación del Fuero en uno de los artículos se dice: “Y si en tiempo de regar las viñas algún hombre desviara el agua ajena y la enviara a alguno de sus labrantíos, y se le probara, que pague dos sueldos y medio.”
LOS TRUJALES  Y GUARDERIOS
        En el término de Nájera aparecen documentados numerosos trujales antes de que, en 1076, Alfonso VI especifique en la confirmación del Fuero que “El hombre de Nájera en su propiedad haga y edifique molinos, hornos, trujales y lo que quiera...”.
      Estos trujales eran, seguramente, como los llamados “lagares rupestres” que se encuentran todavía en las estribaciones del Toloño y en muchos otros lugares de España o los que  Alonso de Herrera menciona en Roma en el S. XVI.
      En septiembre del año 2001, el que esto escribe, tras una conversación con Juan Luis Pérez y acompañado por Javier Jiménez y Pedro Alonso (todos ellos miembros de la Asociación de Amigos de la Historia Najerillense) tuvo oportunidad de reconocer varios de estos elementos en la zona del Castillo Antiguo y Cerro de Santa Cecilia de Nájera y en los términos de Arenzana de Arriba y Arenzana de Abajo.
      La ventaja de los trujales Najerinos es que están profusa y perfectamente documentados desde el S. XI.
Veamos algunos ejemplos.
      En el documento de 1024, ya mencionado, que habla de las viñas de San Millán en Nájera, aparecen dos trujales, ubicados entre las viñas. El “troiare de Gomis de Zorraquin”  que es, a todas luces, un trujal de propiedad particular al contrario que el “troiare Dezmale”  que seria, seguramente, el trujal en el que se pisaba la uva procedente de los diezmos.
      En un solo documento, datado entre 1052 y 1056, que nos habla de las tierras y viñas que poseía el Monasterio de Santa María de Nájera se mencionan varios trujales situados en pleno campo, entre las viñas y tierras que se quieren identificar, y así encontramos el “torcular regine”, el “torcular alkaldi”, “illa torcularia iudeorum”, “illud torcular Sponda” o “Dos piezas llecas junto a la cabaña del guarda (custolera) de Santa Marina junto a aquel  trujal, entre ambas se encuentran dos viñas”. Aquí  aparece una cabaña de guarderío  y aunque concretamente en Nájera no se encuentran  otras en esta época si aparecen en Azofra, en 1046 y 1082, y  en Tricio, en 1050.
  LAS VIÑAS DEL REY Y LA NORMATIVA VITIVINICOLA
        Como ya hemos visto los reyes primero navarros y luego castellanos tenían intereses vitivinícolas en Nájera. En 1062 en una donación a San Millán de unas casas, bajo la peña, en Nájera se dice que están “junto a la torre y la cueva del rey” y en el documento ya mencionado de 1086 se habla de la bodega del rey.
      Los reyes legislaban, generalmente, a su favor y al de los monasterios a los que querían favorecer.
      En la confirmación del Fuero de Nájera de 1076, de la que ya se ha hablado, tenemos un buen ejemplo de ello en una de las disposiciones que dice: “En el pago en el que las hubiera que las viñas del rey se vendimien primero y después se vendimien las demás. En el pago en el que el rey no tuviere viñas que vendimien las suyas cuando les plazca.”
      Conviene acabar este somero recorrido con una noticia que hace referencia, una vez más, a Nájera, al vino, al rey y en esta ocasión al monasterio de Santa María la Real y al concejo de la villa de Nájera.
Se trata de una carta del rey Alfonso X el Sabio, datada en 1272, que, por su interés, transcribiré en su totalidad.
Dice así: “Don Alfonso, por la gracia de Dios, rey de Castilla (...) al concejo y a los jurados y a los alcaldes de Nájera, salud y gracia. Bien sabéis como os envíe mandar por mi carta abierta que dejaseis al prior y al convento (de Santa María La Real) meter las uvas y el vino de sus casas en vuestra villa y si lo suyo no les abundase que metiesen y de compra. Ahora el prior se me querello que no lo queríais hacer y por esto estoy maravillado de cómo sois osados de hacerlo e ir contra mi carta. Donde os mando que los dejéis (al prior y al Monasterio) meter en vuestra villa las uvas el mosto y el vino de todas sus casas y de todas sus obediencias y lo que quieran vender de ello que lo vendan según usaron en tiempos del rey don Alfonso, mi bisabuelo, y del rey don Fernando, mi padre. Y ninguno sea osado de vedárselo ni de contrariárselo. Pues cualquiera que lo hiciese me pagara de multa cien maravedis.”
(Fernando A. Barrio, www.vallenajerilla.com)

Moros, judíos y francos en Nájera

     Ocupa el trono de León en los albores de la décima centuria Ordoño II (910-923); Sancho Garcés, el de Pamplona. Este, gracias a una hábil política convierte un reino montañés en un estado abierto y poderoso; el reino que había tenido concomitancias y veleidades con los moros del valle del Ebro; que toma la antorcha de la unificación nacional y cristiana y ejerce la hegemonía de los reinos hispanos.
      Sancho y Ordoño, unidos, emprenden la conquista de ambas riberas del Ebro y de los afluentes de la orilla derecha, Najerilla, Iregua, Leza y Cidacos, que habían intentado vanamente sus antecesores. En el año 918 pusieron sitio a Nájera por tres días, pero no consta que la tomasen. Parece, sin embargo, que sí debieron tomar a Calahorra y Arnedo.
      La réplica de los musulmanes fue enérgica y rápida. Partió de Córdoba una expedición que apoyándose en Huesca y Tudela, ocupadas por reyes moros, emprendió la campaña de 920, en la que los reyes cristianos son fulminantemente derrotados en Valdejunquera. Pero pronto se repusieron los reyes cristianos y de nuevo unidos, avanzaron otra vez en 923 y conquistaron, ahora ya definitivamente, los jugosos y fértiles valles de los afluentes del Ebro medio en La Rioja. 
      Sancho entra en Viguera y Ordoño en Nájera. Quedan así en poder cristiano en la primera parte del siglo X las tierras que hoy llamamos de la Alta y Media Rioja, desde Nájera hasta Agoncillo y las cuencas de los ríos: Najerilla, Iregua, Leza, porque Calahorra se pierde pronto y fortificada por los musulmanes constituirá su avanzada y frontera, hasta 1045, en que de nuevo y ya para siempre, será cristiana por obra de García, el de Nájera. El hijo de Sancho Garcés, García Sánchez, tuvo ya su corte en Nájera, pero sobre todo Sancho el Mayor, su hijo García el de Nájera y su nieto Sancho el de Peñalén, muestran sus preferencias por esta ciudad que se convierte en la capital del reino cispirenáico. Un cambio tan notable en la condición de un reino exigía nueva capitalidad que se sitúa en Nájera. 
      Durante estos siglos primeros, tras la conquista, quedaron en toda la tierra riojana, además de los mozárabes o cristianos liberados, muchos moros, que poco a poco fueron emigrando o convirtiéndose al cristianismo, pero por la fertilidad de la comarca, el engrandecimiento de Nájera, adonde se traslada la vida política del reino y sobre todo del comercio, se puebla La Rioja de cristianos del norte que vienen tras los conquistadores y de judíos y francos, estos últimos atraídos por la vía de comunicación de los reinos hispanos con Europa, el camino de Santiago, en alguna de cuyas poblaciones se domiciliaron y organizaron su vida; los primeros para comerciar y sobre todo para actuar de cambistas de moneda con los extranjeros que iban y venían como peregrinos. Hay así, como es lógico, muchos moros en Calahorra, muchos francos en Logroño y Nájera y judíos por todas partes. 


Moros en La Rioja 
      La población musulmana subsistió muy densa en toda la ribera del Ebro. En la zona de Cervera de Río Alhama, Inestrillas, Aguilar y en Valdeprado, este último, ya en la actual provincia de Soria, pero en la cabecera del río Alhama, pervivieron grupos numerosos de moros hasta el siglo XVI y a tal punto, que empujarían al celoso obispo de Calahorra, Juan Bernal de Luco (1545-1556), a redactar unas instrucciones para los curas de las iglesias de Cervera y sus anejas, sobre su comportamiento con estos moriscos y la predicación que habían de hacer de la doctrina cristiana entre ellos, para lograr su conversión.
      Y aunque se decretó su expulsión en 1610, continuaron en estas tierras como convertidos, pero un tanto apartados de los demás sobre todo en las alejadas localidades de Aguilar y Valdeprado, con su oficio de trajinantes y buhoneros, en el que han subsistido hasta hace pocos años, ya que ahora la facilidad de comunicaciones y transportes ha hecho inútil su oficio y servicio. Es muy particular y propia el habla de Cervera, debida indudablemente a la persistencia en ella y en su entorno de estos moriscos.
      Una característica de la conquista del valle del Ebro, según Lacarra, es que la mayor parte de las ciudades aún las ocupadas tras un largo asedio, se sometieron mediante una capitulación; quien añade, que tenemos una información veraz al parecer, por lo que ocurrió en Barbastro; y que conservamos el texto de las capitulaciones de Zaragoza, Tudela y Tortosa. En estas capitulaciones se pactaba que los musulmanes podrían permanecer en sus casas un año, pasado el cual deberían trasladarse a los barrios de extramuros, conservando sus bienes muebles y las fincas de cultivo.
      Estos acuerdos fomentaban, por tanto, la persistencia de los musulmanes en el campo, pues nada perdían con el cambio, ya que aún los impuestos, a que estaban sometidos, eran los mismos de la época anterior -la décima parte de sus frutos-, y conservaban sus mezquitas, sus jueces y sus leyes especiales. Los musulmanes de las ciudades, si bien perdían sus domicilios urbanos, conservaban sus fincas rústicas, principal fuente de riqueza en la Edad Media; no había, por tanto, motivo para que se produjera una emigración en masa a territorio musulmán. De hecho subsistieron morerías. hasta la época de Carlos V, en que más o menos forzadamente se convirtieron al catolicismo o emigraron, y aún hasta su expulsión en 1610.
      Algunos de estos musulmanes descenderían de los árabes de las primeras oleadas, pero la inmensa mayoría procedería de visigodos e hispano-romanos, que aceptaron el islamismo en los siglos VIII-X. Un autor musulmán decía: que no había entre los habitantes de Huesca que eran originarios de la ciudad, persona capaz de reivindicar para su familia una ascendencia puramente árabe, y lo mismo cabría decir de las demás ciudades del valle del Ebro. No sucedería acaso otro tanto 70 años antes, cuando fue conquistada Calahorra (1045) por García el de Nájera, porque las circunstancias eran diversas. Consta que algunos se fueron a Tudela, ciudad mora que no sería reconquistada hasta 1118. Más ciertamente que se debieron retirar de la parte principal de la ciudad de Calahorra y se reunieron en el barrio de San Andrés, que así vino a ser, en gran parte, el barrio moro y de los agricultores, mientras la Media Villa, el Cabezo y el Castellar vendrían a ser el barrio judío.
      María, hija de Alcambiel, vende a fines del siglo XI unas casas al arcediano de Calahorra y dice en el documento de venta que las tenía en el barrio de San Andrés y heredadas de sus padres. Aún perviven en el día de hoy en la demarcación ecca. de esta parroquia la Calle o Cuesta del Zoquero (loco) y la Calle de los moros.
      Pero, de todos modos, son numerosos los nombres de moros de los que aparece teñida, por doquier, la documentación. Debieron llegar cristianos que se unieron a los mozárabes, que habían perdurado en las ciudades a pesar del dominio árabe. Los llegados y estos mozárabes fueron los que ocuparon los puestos de mando, y la dirección política y ciudadana. Pero aún había mayoría de población musulmana. Los moros figuran por doquier, sobre todo en la documentación particular; los cristiano en la oficial. Los moros no eran d la situación; se les deja vivir pagar los impuestos, como ante lo habían tenido que hacer los cristianos. Pero hay reparos en llamarse públicamente moros, y salvo e la zona de Cervera, raras vece aparecen como tales en la documentación, como lo hace paladin y claramente los judíos en las escrituras, afirmando su raza.
      Intentamos recoger en una enumeración simple los nombres de moros que quedaron en nuestra tierras y aparecen en nuestra documentación. No es seguro que algunos de ellos sean moros, pues podían ser mozárabes que había adoptado denominaciones musulmanas. A su vez la aparición de nombres o patronímicos cristiano a través de los siglos XI, XII y XIII, e los que poco a poco se van cambiando los apelativos de los moros puede señalar, pero no con absoluta certeza, el cambio por el que nosotros podríamos rastrear el fenónemo de la conversión o paso al cristianismo. En algunos casos pueden confundirse también los de moros y de judíos porque adoptan unas mismas denominaciones y no es seguro que determinados antropónimos o patronímicos sean hebreo o árabes. 

Moros en La Rioja Alta
      Logroño, Nájera y la Rioja Alta son en general, tierras de francos aún de judíos, pero no de moros. Habían pasado a dominio cristiano muy tempranamente en Nájera estaba la corte exterior y residencia habitual de los reyes y acaso nunca fueron plenamente islamizadas estas tierras noroccidentales. Hay un documento que lleva fecha de 1052, pero que ciertament recoge donaciones anteriores a este año y aún posteriores, en que se enumeran las posesiones del monasterio de Nájera. Fue redactado con toda probabilidad bien entrado el siglo XII, sirviéndose de algún modelo más antiguo al que añadieron o interpolaron nuevas donacicones.
      En esta escritura aparecen muchos nombres de resonancias indudablemente moras, señalamos su nombre y el año en que figuran: 
Abdelmondo (Nájera). 923.
Habiel, Hatin. Lopiz (Lardero), 1007.
Galindo. Moça (Muza), Fortunio, Cidez- Citiz (Nájera). 1052.
Abhomar, Abolbalia-Abolbalit, Abolferit. Alberda, Amunna Maura, Casca, germanus domine Muze, Citi de Cunno, frater Iohannes Citiz, Duena, F. de Zekri de Azaneto, Esta Muza de Penna, Galindo-Alharraz Alfaraz. Hacen domno, Iohannes Citiz, filio Citi de Cuno, Kalabia de Naiala, Kiram-Ouiram, Mozot de Tricio, Muza Hazan, Muza de Penna. Sancio Aiub de Babatiella. Sarracin de Almiscurri, Sarracina de Fortes, Zekri de Azaneto. Duenna f. de (Nájera), 1052.
Domingo Mudarra (Nájera), 1121, 1123. 1124. 


Moros en La Rioja Baja
      Son abundantes los nombres propios de personas o patronímicos que, con las salvedades ya indicadas anteriormente, podemos tener por moros. Sobre todo en Calahorra. En los primeros documentos los antropónimos son árabes; después son cristianos en su mayoría, pero el patronímico es aún árabe: 
Iohannes Albierle; lohannes de Alkac (Azagra), 1052.
Sarracinos, dominante (Calahorra), 1052.
Tiria, f. Zaheid iben Zafar; Ibierno, Chahib, iudez (Calahorra), 1074.
Abghomar, Pascual; Alcambiel, María f. de; Hereth, casas de; Iohannes iben Ghorgulg; Iohannes Zarakozano (Calahorra), 1095.
Dominico Abdelkerin/Alquerin/Alquirin (Calahorra), 1098, 1132, 1137, 1139, 1142. lohannes Zekri; Petrus Sarracinez, merinus (Calahorra), 1098.
Albella; Albierli, Dolkit; Iben Azafar; Iben Bazo/Benbazo; Iben Galif/Gafif; Aita Gaziz; Iben Gorgul; Iben Momonial Iohannes Iben Momonia; Iben Noviel; lucef Azafar; lunez, domno; Moderres Cinduale; Moderres el Mango; Moterre Iben Aliela; Maior Zalema; Oriel/Orivel de Sos; Sanco Biçarca; Simen Alchaçeç; Iohannes Gualid (Calahorra), finales del siglo XI.
Maingo et uxor Ossana (Calahorra), 1101.
Dominicus Zaleman (Calahorra), 1120, 1125-46, 1139.
Zalema Cid Bono (Calahorra), 1120.
Sanz Alborno; Domingo Mozgot; Iohannes Çagadon (Calahorra), 1124; María Albend; Iohannes Gemar/Guemar/Giemar (Calahorra), 1125-46, 1132, 1133, 1171.
Toda de Abeguel; Zalagarda; Pedro de Almocher; Pedro Zalema (Calahorra), 1125-48.
Zecri; Aita Zecri Golpeio; Petro Cecri (Calahorra), 125-46, 1152.
Quiram, don (Calahorra), 1125-46.
Aimes y su mujer Boneta (Tudela), 1126.
Monio Geiza/Gueiza (Calahorra). 1127. 1132.
Iohannis Avolgoçan Amargo (Calahorra).1129.
Petro Geiza (Calahorra). 1129, 1139, 1143.
Iben Galiella; Petro Gemar (Calahorra), 1132.
Dominico Zuleman; Dominico iben Crispin (Calahorra), 1132, 1139.
Gabdela Gabdelella (Calahorra), 1139. Iohannes de Iohannes Zecri; Michael de Iohannes Zecri (Calahorra). 1143.
Abefala; Abefamet; Abdela; Asmeth; illo mauro de Fenestrellas; Mahomet. Muça; Çalema; Zaet (Inestrillas). 1145- 49.
Michael Çalema/Zalema (Calahorra), 1147, 1151, 1158.
Petro Zalema de Gimara (Calahorra), 1150.
Iohannes Gueiza/Gheiza (Calahorra), 1150 y siglo XII.
Garsia de Alganel/Alganiel; Garsia Dominico de Alganel (Calahorra). 1151. 1152.1161.
Iohannes Gabdela (Calahorra), 1151.
Petro, f. de Iohannes Geimar (Calahorra). 1152.1161,1169,1172.
Petro Peita Lalmud, adenantato (Calahorra), 1152.
Petro de Alborna (Calahorra). 1152. 1162.1169, (siglo XII).
Aguaeizir/Algazir Avamor (Cervera), 1157.
Geyron de Motares/Motaref; Muza de Fad/Defaz (Cervera). 1157.
Lupus Garcie de Almonecer (Calahorra).1162-67.
Movessar, f. Cecri; Pascual de Geiza. f. de Cecri (Calahorra). 1162. 
 Judíos en Nájera, Logroño y Arnedo 
      No debieron existir comunidades judías en España antes del año 70 de nuestra era cristiana. La diáspora o dispersión se produce fundamentalmente tras las dos grandes destrucciones de Jerusalén, los años 70 y 135 d.J.C.
      Fueron los conversos de finales de la Edad Media, los que para librarse de las acusaciones de ser descendientes de los que acusaron a Jesús, intentaron apoyarse en falsas leyendas, con las que pretendían demostrar que los judíos, se habían establecido en España con anterioridad a la venida de Cristo, en cuya condena ellos no podían haber tenido parte alguna. Pero sí se deduce su existencia desde el Concilio de Elvira.
      La importancia comercial de Nájera, Logroño, Arnedo y Calahorra podemos deducirla del gran número de judíos y francos, cuya profesión, sobre todo de los primeros, solía ser de cambiadores, comerciantes o banqueros, quienes acostumbraban a situarse en poblaciones favorables y propicias para sus actividades, transaciones y ventas.
      Es cierto que también los encontramos algunas veces establecidos como propietarios agrícolas y otras, desempeñando los cargos administrativos de estas poblaciones, pero siempre jurídicamente protegidos, como en Nájera, en la que el Fuero proclama igualdad absoluta con moros y cristianos.
      Aunque en esta misma ciudad de Nájera conocemos un azor o muralla de los judíos..., que les aislaba, pero también los protegía de los momentos de ira de los cristianos, azuzados por la usura de los cambiadores; como en Calahorra en donde los vemos establecidos y dueños de lo más alto de la ciudad, acaso también de la zona más importante, en la que estaba el palacio real, en la acrópolis; y con su sinagoga, también protegida y defendida por la muralla.
      Una escritura de 1052, aunque debió redactarse muchos años después, pero que refleja un estado anterior, es decir, de los años en derredor de ese mismo 1052, nos trae muchos nombres de judíos afincados en la ciudad de Nájera y en su enclave territorial: 
Vital, hebreo; Aleazar/Eleazar; Pessatiel, iudeo; uinea de Rabbi; Galafiel, iudeo; Ruzmi; lucef, iudeo; Upaziel/Capaziel; Zuleman iudeus; Ferrizuel, iudeo; Hapaz/Hapan, iudeus; Sefat; García Sangez, piscadore, qui fuit iudeus; Scepa; Elias, cambiator; Sessat, iudeo; Mozot de Triçio; Sariot (Scariot?). 
      En una venta hecha en 1124 a Juan, sacristán de Santa María en el término de Alesón por Domingo Mudarra, se dice que la finca, antes había sido de los judíos: terram quam habuimus de ipsos iudeos de Naiara.
      En las peticiones del rey de Pamplona al de Castilla en la corte del inglés, que era el árbitro, se cita a Nájera como castellum crhistianorum et iudeorum.
      Continúan siendo importantes en Nájera los judíos por los años 1210, porque cuando Alfonso VIII da a los vecinos de Nájera una viña que llamaban el Parral del Rey, entre los once vecinos que se nombran, aparecen dos ciertamente judíos: Zachea iudeo y Alolaphic, fratri suo, sin duda como representantes de la comunidad judía, en medio de otros, cuyos nombres son hispanos o francos.
      La comunidad judía no es una comunidad subterránea, escondida, que viva en el silencio. Hacen contratos y cambios de sus propiedades a la luz del día. Como el que conciertan con el obispo don García: lucef Haym, lentob y Adam, hijos de Muçe Alfaquimi, con otro lucef y Abraham, hijo de Çaheit y Aita çalema y Zac Albelia, colindantes; y representantes de la comunidad judía. 

Los judíos de Logroño y Arnedo 
      De los judíos de Logroño y Arnedo tenemos escasos datos. En 1213 un Domingo de Abauch y su mujer Floria venden al deán de Calahorra, don Rodrigo de Bassín, un parral próximo a San Gil de Logroño, por 130 aureos, siendo testigo Iohannes Martino de Abauch. yy      Sabemos que Arnedo es llamado en 1176 castellum christianorum et castellum iudeorum en las paces de Alfonso VIII con Navarra y encontramos en 1178 un Çahac el iudeo, merino en Arnedo. yy      En 1317, Yom Tob en Sa adia ben Natan declara haber recibido de los calonges de Calahorra 120 aureos por venta de dos viñas en el mismo Arnedo. Confirma la escitura Sem Tob bar Semuel, hijo de P. Galsilady Sa'adia, hijo de r. Yom Tob Sedillo o Sidiello, delegados de la comunidad. yy      La aljama de los judíos de Arnedo en 1346 toma en arriendo del cabildo calagurritano los 30 dineros que debían pagar para excusarse de llevar las señales judaicas. Son testigos Yehuda Garfan y varios más. Los judíos de Arnedo contribuían al rey con los de Arnedillo y Ausejo en 1485, con 56 castellanos; Calahorra con 844 y su aljama con 110 castellanos. 
 La judería de Calahorra 
La leyenda
      Existe una leyenda que asegura, que a la muerte de Jesús recibió la aljama de Calahorra una carta, escrita por los judíos jerosolimitanos, dando cuenta de la muerte en cruz de un nazareno extraordinario, que había revolucionado el país en pocos años de predicación y proselitismo. 
      Rechazada de pleno la realidad de tal carta, la aceptamos tan sólo como elaboración tardía y medieval, que podría atestiguar una cierta importancia de la comunidad judía calagurritana. 
      Hay también una tradición, que aunque desfigurada en parte por la novela, señala como originario de Calahorra y enterrado en su ciudad, a la que regresaría para morir después de largos viajes por el mundo, un famoso rabino de la Edad Media y fecundo escritor ABRAHAM-ABEN-EZRA. A él se le atribuyen las obras siguientes: Co.mentarios delantiguo Testamento, (24 libros); Comentarios sobre el Talmud; El libro de los seres animados; Initium Sapientiae; La puerta de los cielos; Delicias del Rey, (tratado de ajedrez en verso); Gramática hebrea. 
      Algunos sostienen que fue de Toledo, pero Abraham Zacuto y el P. del Alamo afirman que nació en Calahorra. 
La historia
      Nuestra documentación medieval nos revela una Calahorra con una rica y floreciente colonia judía de economía marcadamente agrícola. Sus componentes llegaron a desempeñar algunos cargos civiles, alcaldes, adelantados, merinos, cogedores de pechos para el rey, etcetera. 
      Tuvieron sinagoga y se asentaron en lo más granado de la ciudad en lo que podríamos llamar la acrópolis o ciudadela, al amparo de antiguas fortificaciones, junto al viejo palacio o vivienda de los reyes de Pamplona y junto a la iglesia del Salvador, extendiéndose por lo que entonces se llamó Mediavilla. 
      Los nombres de estirpe judaica, que se prodigan en nuestros pergaminos, confirman esta situación. 
      Doña Tiria hija de iben Zafar, que vende en 1098 a García Velázquez y a don Galindo, representantes de la iglesia de Santa María, por 33 sueldos de plata con su alboroque, una casa que poseía, próxima a la iglesia, que tiene casas y fincas y está bien asentada en Calahorra, como nos lo demuestra una donación de unas casas por el rey don Sancho el de Peñalén a Sancho Aznar y a su mujer lñiga: «...inter casas de domna Tiria el illas quibus fuerant del C!hahib Ibierno iudex...» 
      Martín Vizbert y su mujer Ceti, venden al prior Juan Quiram por 320 sueldos jaqueses un huerto en Rípodas en 1129, acaso fueran éstos de origen judío, lo mismo que algunos otros nombres extraños que se ven en esta venta, como Sebastiani Etanei, Petro Geice, Sancio Costit; pero sí que lo es ciertamente, Zaheit Barceiza, antepósito quien figura en otro documento del año 1126 como Zaheit de Garceza, adenantato. 
      Y si este judío desempeñaba el cargo de adelantado, otro era merino del rey: lucef Raioso, maiorino, en 1145; lucef Arraisou en 1152. Y a su lado otro judío Mail, que actúa de testigo y en representación del reliquum populus iudaicus, en la donación de un solar de la catedral para servicio de hospedería de los pobres y peregrinos, donación que hace Sancho III de Castilla.   
 La familia judía de los Zahet: Zaheit Iben Zafar 
      El primer Zahet documentado es Zaheit iben Zafar o Azafar, como padre de doña Tiria, la que en 1098 vende a García Velázquez y a don Galindo una casa situada junto a la iglesia. Ego domna Tiria, filia Zaheit iben Zafar...vendidi illa mea casa... Zaheit, sería el hijo con toda probabilidad del iben Zafar o Azafar, que figura en un documento de la segunda mitad del siglo XI; documento por el cual nos consta los nombres de varios judíos, moros y de algún cristiano, que dejan en poder de la iglesia de Santa María, tierras o viñas: iben Bazo, lucef Azafar, Iben Gafit y el propio iben Zafar ...hec est capitulario de hereditate que posuerunt (desposuerunt) omnes in Sancta María...; ...posuit iben Azafar unum agrum in uia Sti. Felicis. El documento da ya por muerto a Iben Azafar pero en el mismo aparecen sus hijos, ya situados y propietarios de varias fincas, pues la tierra que puso también en poder de la iglesia García Çemenonis, en Sorban, tenía ya como colindantes a los hijos de iben Azafar: «...posuit García Çemenonis unum agrum in Sorban iuxta filiis de iben Azafar...». 
      Podemos llenar pues los años que transcurren desde la reconquista cristiana de la ciudad, 1045 hasta 1098, con las tres generaciones de judíos afincados en Calahorra: iben Azafar, el abuelo, Zaheit iben Zafar el padre, y doña Tiria la hija. 
      Hay otros Zaheit por estas épocas. Además de Zaheit Barceiza, antepósito o Zaheit Garceza, hay un Zaheit/Zagheit Quiram y otro más que se llama Zaet ben Aiaias, padre de un Domingo en un documento del año 1142. 
      Parece que a partir de los anteriores, varios de los Zaheit se convierten, pues llevan precediendo a su apellido judío un nombre cristiano, Pedro Zaheit/Çahet, alcalde. Es el más importante, aunque es claro que habrá que pensar en dos Pedro Zaet, alcaldes distintos, uno en la primera mitad del siglo, otro en la segunda, pues son muchos los años que van desde 1126, en que comienzan a figurar en los documentos, hasta 1205 en que aparecen por última vez. 
      Petro Zaheit del Burgo, es personaje distinto al anterior Petro Zaheit, alcalde, pues es testigo o confirma a la vez que él posee varios documentos. 
      Pedro Zaheit Kiram, el tercer Petro Zaheit, acaso pudiera identificarse con el Petro Zaheit alcalde, pero tengo para mí que son distintos y por eso hay interés en colocar a cada uno su tercera denominación, el alcalde, del Borgo, Kiram. 
      Aparte de que, como hemos visto, no es único el Pedro Zahet de estos años, me parece muy difícil el paso al romance de Zaheit/Zahet, a Cidez patronímico que por otro lado parece claramente provenir del árabe Citi=señor de donde se formaría Citiz, Cidez. 
 Otros judíos 
      Consta por una escritura del año 1152 que Nicolás de Azafra y su mujer Amunia donan a Santa María de Calahorra un huerto y ciertas casas, que habían sido de Zac de Faro, iudeo, el que para estas fechas ya había muerto: ...illas casas que fuerunt de Zac de Faro, iudeo. 
      Pero unos años después nos encontramos con un Mosse Zahac de Faro, Mosse de Faro, Mosse de Çac de Faro, que debió ser su hijo, propietario de fincas y bien situado y relacionado en Calahorra, pues en 1188 le vemos ceder una tienda de su propiedad, cercana a la catedral, por una viña que le ofrece al cabildo, siendo testigos del acto otros judíos: Zaheit, iudeo, lucef de Funes, y Mosse Calvo, y fiador Iucef, f. de Zarazaniel; y como propietario colindante de fincas, que cambian el obispo y el prior en 1195 al chatre Pedro; y de las que a Domingo ya su mujer Serena vende María, hija de María Vellida de la Calle, en 1210. 
      El prior Juan permuta en 1192, una viña por una pieza con lucef Hayim lentob (Sam Tob) y Adam, hijos de Muce Alfaquimi; y son testigos: lucef y Abraham ben Çaheit
      Por el año 1221, los hijos de Domingo Benedicto venden su casa del barrio de Santa María, que dicen lindar con los iudeos; y si en el documento figura como alcait, lentob, hay también un alcalde Michael Çahet, acaso ya cristiano, pero originario indudablemente de la familia judía de los Zaheit; son extraños también los nombres de ledania y Margelina de la misma escritura. 
      Zmaal Çalamon es otro judío que en 1214 contemporiza con los canónigos de Calahorra, que van comprando una a una todas las casas, propiedades y huertos situados en derredor de su iglesia; les cede dos pequeños huertos colindantes con la huerta de la catedral y recibe de ellos una viña en la Fuente del Sabuco, que le amplía otra que él allí posee y además un sueldo. Son testigos otros dos judíos: Çac pater y Abraham Antero

El pleito sobre las décimas de los judíos 
      A mediados del siglo XII ha de intervenir el rey Alfonso VIII para determinar expresamente y con claridad que la comunidad judía de Calahorra concilio iudeorum de Calaforra debía pagar a la iglesia y al obispo las décimas de sus viñas y tierras compradas a los cristianos, tal como lo venían haciendo desde los tiempos de su padre el emperador. 
      Y en 12 de junio de 1264, Urbano VI desde Urbieto da comisión al obispo de Burgos, para que obligue igualmente a judíos y sarracenos a pagar las décimas de sus tierras compradas a los cristanos. 
      Años más tarde por el 1333 todavía andaba sobre el tapete la cuestión. Parece que los judíos, entre los que se citan a luçe el Rico, Samuel Garffan, Rabbí Yentob, Barcílay, Yento Benquíz, Mosse el Matron, Mosse Garffan, Yehuda Garffan, Salomón fí de Tolayo, Yemto hijo del luçe el Ríco y Samuel Garffan, retenían las décimas de muchas heredades, que habían comprado o arrendado a los cristanos y que ascendían a 500 maravedíes. El procurador del cabildo catedral de Calahorra denuncia el hecho y pide reparación y entrega de las décimas. La sentencia llega en 1336 condenando a la aljama judía a pagar los diezmos retrasados y los que vinieren en lo sucesivo, aunque alegaron que no los debían pagar por privilegio de exención que tenía el rey don Alfonso, pero que lo habían perdido cuando se perdíó e despobló la nuestra judería. 
 Los judíos en la ciudadela 
      Es revelador el hecho de que la sinagoga y la judería en general estuvieran emplazadas en la parte más granada y eminente de la ciudad, junto al Palacio Real y a la iglesia del Salvador, acaso catedral en la época visigótica y hoy iglesia de San Francisco. 
      Y no precisamente por gracia del rey, como pudiera presumirse y ocurría en otras poblaciones, sino sólo por precaución y defensa contra posibles agresiones de los cristianos, pues estaban bien considerados, sino más bien por situación social y potencia económica. 
      Ya debieron estar situados por las partes más altas de la ciudad en los siglos XII y XIII, pues son varias las ocasiones en las que se hace referencia a éste hecho. Quiero citar el documento 459 de 1214 por el que Barata y su mujer Bel Sol venden unas casas, que dicen estar situadas en la Mediavilla de iusso la iuderia. Pero es en el sig lo XIV cuando de hecho dominan esta parte elevada de la ciudad. Nos hace saber un documento de 1336 que en este año la aljama de Calahorra adquirió por permuta con el cabildo catedral el punto de la ciudad conocido por el sobrenombre de El Castellar, la Torre de la Cantonera y la Torre Mayor, salvo ende la iglesia de S. Salvador e el palacio
      Esta posesión le había venido al cabildo por donación del año 1323, debido a la generosidad del arcediano don Juan Rodríguez de Rojas. 
      Estaban situados todos estos edificios y construcciones en la parte más alta de la ciudad. Y se conviene en el cambio en que: la aljama podrá alçar el adarve dentro de la iuderia cuanto quisiere porque sea más firme o fuerte la iudería
      Dan en cambio al cabildo catedral: un huerto en el Espennadero, que fue de Raby Yanto; otro huerto en la cal del Maçonero, que fue de Yuçef, corredor; otro en las Presillas que fue de Samuel Garffan; otro en Ribuelas, que fue de Barcilay y una viña en la Torrecilla, que fue de Thuda Garffan, en total cuatro huertos y una viña. 

Breve ocaso en la judería 
      El siglo XIV sería el del apogeo judío en Calahorra. Pero un breve ocaso o paréntesis debió haber a partir de los años 1370-71, acaso como consecuencia de las guerras de Pedro I y Enrique de Trastámara y de las persecuciones que se suscitaron contra los hebreos. Pero se rehicieron muy pronto y se mantuvieron en rigurosa igualdad jurídica los cuatro estados de la ciudad: clérigos, fijosdalgos, ciudadanos y judíos. Hay, en el Archivo de la Catedral de Calahorra, un convenio por el que todos cuatro se conciertan en pie de iguales para fabricar las nuevas ruedas o molinos que proyectaban hacer en frente de San Adrián, con agua sacada del Ebro. La aljama hebrea contribuye con 750 maravedises, 1.000 la catedral, la otra clerecía 1.000, los fijosdalgos 750, aportando los demás vecinos de la ciudad y sus aldeas 6.500 maravedises; en total 10.000. A los que corresponderían proporcionalmente; una vez de molino para el cabildo, otra para la restante clecería, vez y media para fijosdalgos y judíos y seis y media veces para los restantes vecinos de la ciudad y sus aldeas. 
 Francos en Nájera 
      Los reinos cristianos comienzan a mirar y abrirse hacia Europa y el camino de Santiago, que desde Viana hasta montes de Oca pasa por tierras del reino de Nájera, se convierte en vaso comunicante de pueblos y naciones, llenándose de voces y rumores, de plegarias y leyendas de peregrinos y mercaderes y gentes transpirenaicas. 
      Alfonso VI va allende el Pirineo a buscar varias de sus esposas; los cluniacenses traen modos y ritos de la Europa cristiana. Se substrae por el mismo rey Alfonso de la obediencia del obispo al monasterio de Santa María de Nájera, se expulsa a sus clérigos y se entrega a los monjes de Cluny. Así la mayoría de los monjes serán francos y desde luego, casi siempre, lo será el prior, como lo demuestran sus nombres: Petro Belino, Bernardo, Bosón, Arnulfo, Raimundo, Humberto, Hugo, Guidone, Haimone (?), Durando, Jimeno, Alano, Guidonio. 
      La puebla de Logroño se hace: ...Tam francigenis quam hispanis... en 1095. Hay también en Logroño una iglesia dedicada a la virgen del Rocamador a la que el pueblo modifica el nombre, llamándola de Roque Amador; y desde luego hay una Rúa-vieja, de origen franco. Los francos son los que ejercen los diversos oficios en las poblaciones: cambiadores de moneda, de oficios manuales, hosteleros. Nombres de oficios son: broter, moneder, aurifax, argentarius, bufón... 
      En 1126 encontramos en Nájera a un Roberto, hijo del maestro Pedro, que vende al sacristán de Santa María una viña en el camino de Santiago y cerca de Huércanos; él debía ser franco, pues lo son su fiador y la mayoría de los testigos de la venta: Gaufredus Porcelli; Iterius; Pihchion; Rainaldus, portagero; Fulchon; Iohannes de Volvent; Warinus Colasalsa; Dominico Valesino, saion; et multi aliis sic de de francis si cut de castellanis. 
      En 1159 doña Toda vende a Raimundo, prior de Nájera, todas sus heredades y casas de Alesón por 200 maravedises; muchos francos son testigos: Guillelmus Aldoini; Brun, filius Arnulfi; Giraldus; Helias, cambietos; Bernardus, cambiator; Giraldus, sellero; Petro Droas; Ferragut, f. Mainardi Iohanet; Godafre, alamnat; Bernardus Ceçurro; Stephanus Richart;Iohannes Nalgarnit; Guillelmus Pectavin; Bernardus Iofre. 
      El noble Aznar Fortuniones de Fervías hace una donación al monasterio de San Millán, en 1186, y en ella aparece un testigo, Martín Gombat, que acaso sea franco y el mismo que, en el 1187, va citado como Martinus Gombaldus, en la donación de la condesa doña Aldonza, mujer del conde don Lope. No muchos años después topamos con: Ferragut; Rotbertus, anglicus. 
      Cuando el arcediano de Nájera hace un cambio de fincas con la cofradía de clérigos seculares de Nájera, se destacan en el documento: Petrus de Gordoy; Michael Bordin; Iohannes de Gassenda; Aparicio de Juan Boçin. 
 Francos en Logroño
      Al calor y bajo la protección del generoso fuero de Logroño, otorgado por Alfonso VI, en 1095, se acogen multitud de gentes: hispanos que vienen a vivir en la nueva puebla, para librarse de la «villanía» o de la opresión servil; extranjeros que hacen la andadura del camino de Santiago y no regresan a su patria; son los francos, entendidos en el sentido de hombres venidos de allende los Pirineos, que se quedan en el nuevo poblamiento del GRONIO, el vado o el paso del caudaloso Ebro, para organizar su vida de hombres libres, dentro de privilegios de franquía y fueros de libertad. Gracias al fuero, la pequeña aldea de los siglos X y XI se trocará en ciudad cada vez más importante, lugar de mercado y etapa de descanso casi obligado para la Europa rejuvenecida, que enviaba sus caballeros, peregrinos, mercaderes y aventureros por el camino jubilar de la visita al señor Sant-Iago. 
      Y si una de las calles de la ciudad se llamará de LA RUA, hoy Rúavieja, como recuerdo de esta etapa, los documentos nos proporcionan abundancia de nombres de estos FRANCOS: 
      Arnaldo Gaeto y Giraldo Esperoner, pobladores del Gronio; Petro y Raimundo de Albineto; Martín Belenguer; Iohannes de Comparat; Helias et uxor Iordana; Willelmo Poncio; Petrus Carello; Bernalt de Morleras; Petrus Helias. 
      Hay un pleito entre los vecinos del burgo de Logroño y el obispo, sobre jurisdicción y nombramiento de capellán en el Hospital de San Juan; los testigos nos traen resonancias de nombres francos: Petro de Germinanciis; Gulielmi Arnaldi; Gashonis; Raserius; Martino Guinot. 
      En la donación de un cañar en el Ebro al abad del monasterio de San Prudencio confirman o son testigos los francos siguientes: Pascual de Limoias/Limoges et uxor loana; Arnaldus de la Tenda, alcalde de Lugroñio; Michael de la Tenda, freter eius; Petrus Blascus et Petrus de Albinel, f. eius; Petrus Quadron, et f. eius Brun et Arnaldus Brun; Peregrin de Gavaston et frater eius Ramon; Guillen de Gavaston; Guillen de Gordon et frater eius Stephanus; Arnaldus Ioglar et G. Barnabas; Martinus Bruter. 
      El mismo Pascual de Limoges y su mujer Ioana venden un majuelo a García Treviana y en la escritura figuran también: Pere Bernalt; Pere Sangossa; D. de Limoges; Martin 8rotero; Bartolomeo Brotero; Alardin, saion; D. Galdiana, alcalde; P. La Pont, merino; Arnalt, alcalde. 
      Encontramos igualmente nombres francos entre los fiadores y testigos de la venta de Miguel, sacerdote de Santa María de Logroño, a Juan Ibáñez, prior de Calahorra en 1202: Petrus de Albinel; Poncius Buffon; Pere Copa, el fornero; Pere Andreu; Malbierlo, miles; Guillen de Lop Arceiz; Petrus Arnaldi; Pelegrin de Gavaston. 
      En un memorial de censo en favor de Santa María de Calahorra, 1222, que gravan a vecinos de Logroño, se observa estos nombres: García Gascón; Forz Doblera; Guilen Doat; Doat Texedor; Diago de Vila Mera; Juan de Rossa; Remont de domna Marta; Sanz de Puiol; Guilen, englés; Gil Dobrera; pere del Gron. 
 Francos en Calahorra
 Si en Nájera y Logroño encontramos a tantos francos, debieron ser escasos en Calahorra. Acaso algunos nombres pudieran interpretarse como tales, pero no me atrevo a hacerlo, puesto que no les acompaña en ningún caso una denominación gentilicia o toponímica claramente franca. Solamente en Murillo de Calahorra y en Resa vemos: Comparad de Mancho; Iohannes de Flandina; Garsias de Ialo.
(por el Dr. Rodríguez R. de Lama, www.vallenajerilla.com)