Pertenecientes al género
característico del fin de la Edad Media y el principio del Renacimiento, son un producto del cambio de la perspectiva del mundo entre los siglos XIV y XV.
Las Danzas de la Muerte están íntimamente ligadas con
la literatura, pero no sólo ello: la
pintura, la escultura, el teatro, la danza y la música, y algunas actividades parateatrales como la mímica, la procesión, etc. Sus temas pertenecen al folklore europeo y su génesis,
desarrollo y transmisión plantean problemas debido a la falta de documentación y la variedad de posiciones encontradas de los
investigadores. Se gestan en apenas cincuenta años y llegan a ser un fenómeno
cultural en toda Europa en la última etapa de la Edad Media. Simbolizan la
finitud de la vida, el último arrepentimiento y la postrera ilusión; van
cargadas de un mensaje moral, una ironía estremecedora y una denuncia social del
mundo en que nacieron.
Víctor
Infantes dice que por Danza de la Muerte entendemos una sucesión
de imágenes y textos presididas por la Muerte como personaje central
—generalmente representada por un esqueleto, un cadáver o un vivo en
descomposición— y que, en actitud de danzar, dialoga y arrastra uno por uno a
una relación de personajes habitualmente representativos de las diferentes
clases sociales.
Se trata de una Danza de la Muerte completa, es decir, con texto literario y
representación gráfica, nunca superpuestas o integradas, sino manteniendo su
condición de universos estéticos particulares. Los íconos pueden ser pinturas o dibujos sobre pergamino, papel, tela u
otros materiales y situarse en lugares que van desde el libro al convento,
pasando por el manuscrito, la sala o la lámina; grabados en planchas para una
tirada editorial o tallados sobre los lugares más sorprendentes como una campana
o la vaina de un puñal, o simplemente madera; frescos, relieves y bajorrelieves
en cementerios, iglesias, catedrales, puentes, etc. Independientemente de su técnica o de su ubicación, esta ilustración puede ir o no acompañada
de un texto literario: un escueto pie
explicativo, una composición poética de un número indeterminado de versos y
rimas; una leyenda, el dístico latino, el comento
en prosa o el punzante epigrama.
Cabe destacar que existen danzas solamente gráficas y otras
estrictamente textuales, y que, sin embargo, en su gran mayoría este género presenta una
simbiosis de ambas manifestaciones artísticas.
Indistintamente, este género se conoce con las denominaciones Danza macabra,
Danza de la Muerte y Danza de los muertos. El término macabra no es una mera cualidad, es un problema etimológico. Aparece por primera vez en Francia unida a la palabra
dance en el Respit de la Mort (ca.1376), breve poema de 123 versos compuesto por el procurador Jean Le Fèvre.
Quizás su origen se remonta al término árabe maqâbir que significa
"cementerio", ya que se relaciona con la tradición folklórica arraigada en
Europa sobre la creencia en danzas nocturnas que realizarían los muertos al
salir de sus tumbas en los cementerios(1).
También se ha relacionado el término macabro con el término hebreo
meqaber que significa "enterrador" o "sepulturero", documentado ya en el
Antiguo Testamento. Pero el problema etimológico radica en que sólo en Francia
se la conoce como Danza macabra (Danse macabre), en lugar de
utilizarse esta terminología en España cuya influencia árabe en la literatura y
el arte es de una notable mayor importancia. Igualmente, debemos considerar la
gran difusión de este género en Europa a fines del siglo XIV y la influencia
constante que se evidencia entre los distintos países. En castellano la
inclusión del término macabro es muy tardía: segunda mitad del siglo XIX.
Anteriormente sólo se registra siempre en un contexto de estricta traducción del
Francés, como sucede en un Libro de Horas de principio del siglo XIV de
origen galo.
El texto castellano más representativo del
género se denomina según el incipit del manuscrito del Escorial b.IV.21,
Dança general, y fueron sus primeros editores quienes le agregaron el
explicativo de la muerte. En España queda claramente especificado el
título del género en relación directa con su contenido, motivo por el cual no
plantea ningún problema de identificación léxica ni semántica.
Huizinga insiste en no confundir la Danza
de la Muerte con la Danza de los muertos. En la primera, la Muerte
—independiente de su caracterización o personificación— hace danzar a vivos que
representan las diferentes clases sociales; mientras que en la segunda es un
doble del vivo el que baila como si fuera un espejo de la Muerte, ya que ésta se
muestra en la figura del muerto reflejando el futuro respectivo del danzante.
Orígenes e ideología
Es uno de los principales problemas a resolver para los investigadores
medievalistas. El gran número de ejemplares del género y de obras que pueden
considerarse como antecedentes, así como sus problemas de fechación, hacen
difícil la tarea de establecer un stemma codicum posible. La gran
diversidad de orígenes de estos ejemplares dificulta aún más la tarea. Uno de
los mayores problemas es poder determinar en qué país el género comienza su
desarrollo. Las opiniones varían según el enfoque particular del tema en cada
crítico:
- H. F. Massmann defiende la primacía de los textos germánicos sobre los franceses e incluso sobre las fuentes latinas medievales;
- W. Fehse dice que el origen de las Danzas es latino y su primer antecedente es el poema latino francés del Vado mori, de evidente influencia en los manuscritos franceses y alemanes;
- Stammler considera muy importante el poema oriental del Encuentro de los Tres Vivos y los Tres Muertos como otro antecedente de las Danzas. Lo considera un eslabón importantísimo en la temprana difusión de la temática macabra. Considera que las Danzas se gestaron en Alemania, ya que la creencia en juergas nocturnas en los cementerios llevadas a cabo por los muertos que salían de sus tumbas proviene de allí.
- J. M. Clark sostiene que la Danza alemana y la española no pueden tener el mismo origen, debido a que la primera es más una Danza de los muertos con ilustraciones y la segunda tiene a la Muerte como figura alegórica y carece de ilustraciones. Además, en sus investigaciones llega a la conclusión de que la Danza española está inspirada en la Danza francesa.
- Contrariamente, Víctor Infantes sostiene la "primacía cronológica de la Danza española frente a sus congéneres europeos".
- Lázaro Carreter dice que el mismo poema confiesa, al frente del prólogo, que es una trasladaçion. En un complejo cuadro de las danzas de la muerte europeas, sitúa a la castellana en una copiosa familia descendiente de la Danse de Macabre francesa, la cual no es su modelo inmediato, y generalmente se admite la superioridad del texto español sobre todos los conocidos. El crítico concluye que este género surge en Francia hacia el siglo XIV.
Resulta fundamental conocer los factores históricos, sociales y culturales que
posibilitaron el auge de este género medieval y su masiva difusión por toda
Europa. De la idea germinal de las danzas nocturnas de los
cementerios deriva la iconografía macabra que luego va a aparecer junto
al texto de las Danzas de la Muerte. Se representan esqueletos o cuerpos en
descomposición danzando sobre las tumbas y tocando instrumentos como la flauta o
el violín. Por un lado, el crítico Rosenfel afirma que estas figuras danzantes fueron luego vestidas
con los trajes típicos según los distintos estamentos del medioevo. Más tarde derivó en las Danzas de los muertos, como el caso de las
Totentanz en Alemania. Por otro lado, originó la representación de vivos
vestidos según los estratos sociales que bailan ante el llamado de la Muerte,
que a su vez está personificada. A estas representaciones se las denomina Danzas
de la Muerte y es el caso de los ejemplares de España, Francia y Lübeck.
La crítica coincide en que la Peste Negra y la crisis del siglo XIV cumplieron un papel fundamental para el desarrollo y difusión del género: los primeros testimonios de la Muerte en el arte medieval
aparezcan después de 1350, dos años después de que la terrible epidemia devastara la población(2). El binomio
Danza/peste permaneció presente como conexión mental hasta bien entrado el siglo
XVI. Frente a tal terrible epidemia, el hombre se encontró cara a cara con la
Muerte, descubriendo su efecto devastador e inevitable, y la marca espiritual y
física que deja en todo lo que hiere con su dardo. Ya no la veía como una muerte
que afectaba al individuo sino como una muerte que afectaba a toda la sociedad
por igual y esto intensificó la repercusión del género notablemente. La
presencia de la peste trajo la evidencia física de la muerte y su realidad
inamovible, que se manifiestan en las crudas representaciones de cuerpos en
descomposición (de putredine cadaverum) y esqueletos danzante. El morir
se convirtió en un hecho cotidiano y habitual. Los artistas ya no necesitaban
recurrir a alegorías o símbolos como sucedía en los misterios o
moralidades; el mejor referente era la propia realidad, se pintaba lo que se
contemplaba. El hombre tomó conciencia sobre la muerte y a la vez sobre la vida,
de allí la íntima conexión del ars moriendi y el ars vivendi que
se manifiesta en todas estas representaciones. El hombre, basándose en la
doctrina cristiana, reflexiona que el buen morir deriva del buen vivir. El
carácter moralizante y didáctico del género surge de esta toma de conciencia.
Por otro lado, se buscaba este tipo de arte como un efectivo antídoto contra una
de las secuelas de la Peste Negra: la crisis de valores. La sensación
generalizada de la fugacidad de la vida (tempus fugit) y la constante
presencia de la muerte (memento mori) lanzaron a muchos hombres a una
existencia desenfrenada donde la comida, el placer y la holganza eran la forma
más preciada de gozar la vida. La concepción de la buena vida estaba basada en
las diversiones, las fiestas, el sexo, la ostentación en el vestir y, en
definitiva, el disfrute absoluto de los bienes materiales. Por este motivo, la
literatura de esta época está en evidente lucha contra los pecados capitales y
hace hincapié en las enseñanzas de la iglesia para combatir la falta de valores.
De contemptus mundi o el vanitas terrenal eran lugares comunes a
toda la literatura moralizante que se considera como la antesala de las Danzas
de la Muerte. Era importante destacar los valores espirituales por sobre los
materiales para que todos los hombres lograsen la vida eterna. Como podemos
observar, detrás de la terrible presencia de la muerte que acosa a todos los
hombres y sus macabras representaciones, hay un mensaje de esperanza y justicia
divina en las Danzas de la Muerte. Casi todas las muestras conservadas de una
relevancia plástica vinculada con las Danzas están inmersas en el contexto
religioso del siglo XIV: abadías, capillas, iglesias, cementerios, etc. En
oposición a nuestra visión de la ideología de las Danzas, Huizinga sostiene que
estas representaciones de la sociedad, la muerte adquiere un carácter patético y
fatalista que contribuye a formar una visión negativa fundada en la Peste Negra
y las crisis económicas.
Como si esto fuera poco, el siglo XIV se vio
afectado por un retroceso significativo que, paradójicamente, repercutió
en forma positiva en las manifestaciones artísticas de la época, haciendo del
artista un agudo observador de su sociedad y de su ser. Cerca del año 1348, los
avances conseguidos en los años anteriores comenzaron a manifestar sus límites.
Los cultivos realizados bajo las nuevas técnicas ya no daban los mismos
resultados que antes y la gente tuvo que emigrar a las ciudades. El
hacinamiento, el hambre y la pobreza estimulaban la envidia de las clases bajas
por las clases altas, las cuales gozaban de gordura y opulencia. Era una época
de gran injusticia y desigualdad social, y esto también repercute en el arte con
una fuerte dosis de descontento social. Las Danzas de la Muerte son una crítica
a los hombres y las cosas del mundo político y social, y una representación
plástica y literaria del poder igualador de la muerte. Por más desigualdad que
haya en la tierra, tanto el rico como el pobre, el Papa, el Emperador y el
campesino serán atrapados por la muerte y serán juzgados por igual el día del
Juicio Final. El recuerdo constante de la muerte (memento mori) surgió
con el fin de enfatizar la igualdad de todos los hombres frente a la realidad de
que todos deben morir sin excepción alguna. En la sociedad medieval de marcados
contrastes sociales, esto resultaba una advertencia para el poderoso y un alivio
para el desamparado. Pero, por sobre todo, era un llamado a todos los hombres a
vivir una vida virtuosa basada en la doctrina cristiana. Por otro lado, era una
protesta y una denuncia contra los estamentos de la sociedad —particularmente el
religioso— que se consideraban poderosos por sobre los demás.
El carácter
democrático de la muerte, que iguala a todos los hombres, corrobora la idea de
un mundo organizado según una doble relación vasallática. Una, terrenal,
pasajera y pecaminosa, entre los distintos estratos sociales; otra, celestial y
eterna, de todos los hombres hacia Dios. Es un recordatorio de que todos los
hombres son iguales, todos los oficios son prestados y nadie tiene mayor poder
que el que Dios le otorga. De la finalidad de las Danzas de la Muerte se deduce
un contraste entre los fines religiosos y los fines sociales y laicos. El
contraste es tan profundo que encontramos a la vez, en la misma obra, enseñanzas
basadas en la doctrina cristiana y críticas sociales contra del clero de la
época. Se satirizan los excesos y las injusticias sociales. Esta combinación de
elementos litúrgicos y populares se inicia en el origen del género. Rosenfeld
sostiene que existe una mezcla en la concepción de la muerte durante los siglos
XIV y XV, que interrelaciona e integra ideas y concepciones bíblicas y paganas.
La simbología de las Danzas, la iconografía macabra, es de origen pagano. Las
creencias en las danzas nocturnas de los cementerios también son de origen
pagano. En general, el texto participa más de la iglesia por medio del sermón y
las enseñanzas y lo iconográfico participa más de lo pagano, por sus motivos y
la representación de creencias populares. También la danza y la procesión que se
cree que formaban parte del género son fenómenos populares. Luego, la iglesia
encontró en este género un excelente medio didáctico y el pueblo un medio masivo
de protesta. No es mera casualidad que otros géneros en auge en esta época sean
la sátira y la parodia que trata el crítico M. Bajtín. En este
tipo de obras vemos también la crítica social y la inversión de las jerarquías
en la tópica del mundo al revés. En ambos géneros también conviven lo
cómico y lo trágico, lo oficial y lo popular. Además, dentro del mismo período
XIV-XV encontramos obras importantísimas como El libro de Buen Amor y
La Celestina. Ambas obras reflejan la crisis de valores de la sociedad en
que se gestan. Cada una, a su manera, critica la sociedad de la época y enlaza
lo sublime y lo grotesco, lo oficial y lo popular, para burlarse de la realidad
y denunciar al hombre en sus pecados. También tratan el tema de la muerte pero
no como tema central. Se da la unión característica del siglo XV de Eros y
Tánatos (amor y muerte, lo erótico y lo macabro). Esta combinación puede darse
debido a que la visión de la muerte del siglo XV ya no evidencia el horror
típicamente medieval. Hacia el final del siglo XIV, en el umbral del
Renacimiento, las visiones del hombre cambiaron. Los cambios políticos y
económicos fueron acompañados por el descubrimiento intelectual del hombre y
mundo. El hombre comienza a verse como el centro del mundo y deja de
considerarse una criatura más de la creación divina. Comienza a plantearse el
sentido de la vida y el sentido de la muerte con un enfoque más individualista e
introspectivo. Por otra parte, el surgimiento de la burguesía como clase social
y la gran demanda de arte de la época colaboraron con la evolución del género de
las Danzas y su masiva difusión. El símbolo de la muerte es ambivalente: es
acabamiento y destrucción pero, a la vez, liberación y renovación.
Relaciones interdisciplinarias en las Danzas de la Muerte
La Iconografía macabra
El elemento plástico es la base esencial de
las Danzas de la Muerte, e incluso a veces lo literario parece estar subordinado
con el único fin de explicar la sucesión de imágenes. Son muy escasas las Danzas
que carecen de representación iconográfica, entre ellas la Dança General de
la Muerte castellana. La imagen parece acentuar el contenido didáctico del
texto: los cuerpos en descomposición, esqueletos, cadáveres, tumbas,
cementerios, lápidas, etc. son una advertencia acerca de la constante presencia
de la muerte (memento mori).
En sus orígenes la iconografía macabra se
incorpora en los Libros de Horas como un elemento más del ámbito
figurativo del mundo medieval. En ellos podemos encontrar también ilustraciones
de uno de los poemas que mencionamos como antecedente de las danzas: El
Encuentro de los Tres Vivos y los Tres Muertos. Algunos manuscritos con
estas ilustraciones datan del siglo XIII y un gran número de murales se han
conservado desde los siglos XIV y XV.
A fines del siglo XV las Danzas macabras ya
eran un motivo popular en las decoraciones de la arquitectura eclesiástica y
para las ilustraciones de manuscritos y libros impresos. Con la llegada de la
imprenta se produjo un gran número de copias y el acceso a las Danzas fue
posible para un público mayor. La edición impresa del Libro de Horas debe
haber sido muy popular, a juzgar por la gran cantidad de copias que aún se
conservan del período entre 1498 y 1525.
Las ilustraciones de las Danzas de la Muerte
fueron evolucionando a medida de que el artista fue adquiriendo el nuevo
espíritu del Renacimiento. Las Danzas medievales se basaban más en el clero con
el objetivo de alcanzar su fin didáctico y moralizador. Las representaciones se
encontraban sobre todo en libros religiosos e iglesias. El siglo XV fue un
período de geniales murales de las Danzas de la Muerte en iglesias y
cementerios. Uno de los más importantes es la Danse de la Mort pintada en
uno de los muros del Cementerio de los Inocentes en París en 1424 (fue destruida
en 1786 y sólo se conoce a través de copias). Pero estas formas fueron
desapareciendo gradualmente a lo largo del siglo XVI. Las pinturas se fueron
alejando de su trasfondo doctrinal cristiano y se acercaban más a una sátira de
la sociedad y un examen minucioso del hombre y sus condiciones. Hans Holbein,
nacido alrededor de 1497, y Durero, nacido en 1471, son ejemplos de la gran
cantidad de artistas plásticos que mantuvieron el motivo de las Danzas vivo en
este tipo de arte desde la Edad Media hasta nuestros días. Tal vez Les
simulachres & histoires faces de la mort de Hans Holbein, impresos por
primera vez en Lyon, por Melchor et Gaspar Trechsel en 1538, sea la Danza de la
Muerte más conocida y más editada de todo el género.
El teatro
Uno de los problemas más debatidos en el
estudio de las Danzas de la Muerte es su posible constitución dramática. Hay
muchos elementos que parecen confirmar su relación con el género dramático como,
por ejemplo, actividades parateatrales como la procesión, la mímica, la
pantomima, la ceremonia, el sermón, la danza y la música. En relación con la
ideología de las Danzas, destacamos aquí el contraste que se da entre lo profano
y lo religioso: conviven elementos populares como la mímica, la pantomima y la
danza, con elementos litúrgicos como la ceremonia y el sermón.
Encontramos, además, elementos característicos
de las obras teatrales como el diálogo, la personificación, la escenografía,
etc. También debemos destacar su íntima conexión con la especie dramática
típicamente medieval de las moralidades como la obra Everyman que
trataremos más adelante.
Sin embargo, la clave del problema es que no
se ha podido probar por medio de ningún documento que las Danzas de la Muerte
medievales hayan sido realmente representadas como obras teatrales. Para muchos
críticos, como Romeu, Mâle, Seelman y Fehse, no cabe duda de que en sus orígenes
tanto las Danzas de la Muerte como las de los muertos eran sermones mimados,
representados y danzados. Se cree que el espacio teatral era la iglesia o el
cementerio y que las escenas dramáticas eran cortas, puesto que esta era la
costumbre teatral en las obras litúrgicas que se llevaban a cabo en las
iglesias. Con el paso de más de un siglo (desde finales del siglo XIII hasta
1424) a estas piezas teatrales se les sumaron elementos literarios, gráficos,
musicales, ideológicos y sociales con un trasfondo de protesta y rebeldía.
La crítica Nilda Guglielmi clasifica las
Danzas de la Muerte directamente como piezas de teatro morales y didácticas
junto con las moralidades. Daniel Capano define a estas últimas como
"piezas de carácter marcadamente alegórico". Sus personajes representan
abstracciones como las virtudes, los vicios, la amistad y la muerte. Estas obras
son de carácter netamente religioso. Lo que fundamentalmente comparten con las
Danzas es el carácter moral y didáctico fundado en la doctrina cristiana. Pero a
su vez, las Danzas se relacionan con piezas pertenecientes al teatro profano que
estudia M. Bajtín, como la farsa y la sottie, por la satirización de lo
oficial y la demanda social que manifiestan. Una vez más estamos frente a la
dualidad ideológica de las Danzas, dualidad que las enriquece infinitamente.
Dos textos, entre otros, denuncian la
contaminación literaria con las Danzas y ambos son piezas teatrales que traen la
estética macabra a los escenarios europeos. Uno es el Everyman ("Cadacual"), moralidad inglesa que
desarrolla el tema del hombre que siempre ha vivido sin planteamientos y a la
hora de morir se encuentra solo. Todos lo abandonan: amigos, familiares y
riquezas; excepto las Buenas Acciones que, luego de refortalecerse con la
Doctrina, salvarán su alma en el momento decisivo. El otro texto es el
Prólogo sobre la muerte de origen polaco, cuyo estilo jocoso-serio, tan
estudiado por E. Curtius, quiebra la gravedad característica de las
moralidades. En esta obra, la Muerte ironiza sobre el asustado aspecto y
los torpes argumentos del magister, que pretende eludir la llegada de su
hora final.
Menéndez Pelayo acepta que las Danzas de la
muerte europeas son dramáticas en sus orígenes ya que se representaban y
danzaban, pero niega que la obra castellana o la catalana hayan sido
representadas.
La clasificación de la Danzas de la Muerte
dentro del género dramático no está confirmada por el estudio y la crítica
debido a la falta de documentación sobre el tema. Sin embargo, es indudable su
íntima conexión con el teatro medieval.
La danza
Ninguna de las fuentes ayuda a explicar por
qué este género debió denominarse Danza. Podemos establecer varias
conexiones con las creencias paganas que mencionamos anteriormente: los muertos
salen de sus tumbas y danzan por la noche en el cementerio. La iconografía
macabra de origen pagano representa a los muertos como esqueletos danzantes que
portan instrumentos musicales como la flauta, el xilófono, el laúd, la gaita, el
violín, etc. La Muerte misma dirige la danza de los esqueletos en las Danzas de
los muertos o invita a bailar a los vivos en las Danzas de la Muerte. Así mismo,
la presencia de la danza se evidencia en el texto de la Danza General de la
Muerte castellana, como en los de otras Danzas, ya que encontramos
expresiones como "A la danza mortal venid los nacidos" o "A esta mi danza" o
"Vos, rey poderoso, venid a danzar" en boca de la Muerte, invocando a los
hombres. Ya antes el Predicador nos advierte: "Haced lo que os digo, no os
retraséis/que ya la muerte comienza a ordenar/su terrible danza
[...]".
El elemento "danza" nos lleva a toda una
concepción coreográfica y espacial vinculada con ritos y costumbres que aparecen
en todos los ámbitos del teatro medieval. Por ejemplo, una de las formas más
divulgadas del teatro medieval inglés es el denominado in the round ("en
la ronda"), que se relaciona con la formación espacial y coreográfica que
encontramos en todas las representaciones gráficas e involucra la idea de
procesión y danza conjunta.
Podemos hacer un retroceso en el tiempo y
levantar un puente entre las Danzas de la Muerte medievales y las danzas de la
muerte de las culturas primitivas de Europa. Estas danzas primitivas,
denominadas actualmente danzas orgiásticas se realizaban ante la muerte
de un miembro del clan. Consistían en movimientos no armoniosos, sino
convulsivos y descontrolados. El ritmo de estas danzas estaba basado en el
instinto y en una continua improvisación determinada por la búsqueda
desenfrenada de un paroxismo. Generalmente estas danzas se realizaban en
círculos, girando sobre un eje que podía ser el cuerpo del muerto, un tótem,
etc. Es evidente que estas danzas primitivas tienen su expresión medieval en las
Danzas de la Muerte. La estructura espiralada de éstas últimas (llamado de la
muerte-respuesta del convocado-sentencia, esquema que se repite constantemente)
corresponde al movimiento circular y continuo de las primeras. Ambas terminan
con la caída de los bailarines y tienen como eje a la muerte, ya sea en la
realidad o personificada.
Un ejemplo de danza orgiástica propia de la
misma Edad Media es el ergotismo, que se consideraba una enfermedad causada por
el exceso de centeno. Gente de todos los estratos sociales danzaban tomados de
las manos y vestidos con trapos, aunque algunos desnudos. Los danzantes accedían
al estado de éxtasis debido al constante movimiento. Algunos se arrojaban al
suelo, otros perdían el sentido y caían por tierra. Presentaban convulsiones y
contracciones paroxísticas. Creemos que este fenómeno ha tenido influencia sobre
el género medieval de las Danzas de la Muerte. Las fechas de estas "danzas
convulsionarias" mantienen una sospechosa cercanía con las Danzas.
La música
Es preciso mencionar que no se conserva ningún
testimonio musical de ninguna Danza macabra, ni se puede asegurar que el género
tuviera en algún momento una constitución musical. Sin embargo, la iconografía
macabra presenta gran variedad de instrumentos musicales (más de cuarenta
ejemplares).
El elemento "danza" sugiere inevitablemente el
elemento "música". Si tomamos como cierto que en sus orígenes este género era
representado y danzado, debemos considerar su temprana relación con la música.
También el teatro presenta una íntima conexión con la música en los orígenes del
drama medieval y no sólo con exclusivo carácter litúrgico. Los tropos
medievales cantados adquieren una libertad literaria que poco a poco va
acentuando el carácter teatral del texto hasta convertirse en una estructura
dramática.
Por último, es de gran importancia considerar
el hecho de que exista una antología de más de cincuenta textos en diferentes
lenguas con canciones directamente derivadas de las Danzas, e incluso, algunas
pequeñas Danzas en sí mismas, carentes del elemento gráfico.
Antecedentes y obras más representativas del género
Las Danzas de la Muerte se caracterizan por
presentar a la Muerte como el personaje central que debe "dialogar" con una
serie de personajes que representan las distintas clases sociales. La Muerte
nombra a su interlocutor por su oficio, cargo o condición y lo convoca a su
danza fatal. Este responde a su llamado por medio de la súplica, el lamento o la
confesión de sus pecados. Por último, la Muerte dictamina la sentencia. Esta
secuencia se repite constantemente hasta el final de la obra, lo que determina
la estructura espiralada de la misma.
En el texto aparecen los topoi característicos
del género: vanitas terrenal; ubi sunt?; de contemptus
mundi; de putredine cadaverum; memeto mori; quattor hominum
novissima que abarcan la muerte, el Juicio Final, el infierno y la gloria;
tempus fugit. Sirven para enfatizar la crítica social, la igualación ante
la muerte y el carácter moral y didáctico de la obra.
El género ocupó casi toda Europa. Se han
encontrado Danzas en los siguientes países: Alemania, Bélgica, Francia, Gran
Bretaña, Holanda, Italia, Suiza y Yugoslavia. A continuación trataremos
brevemente las tres Danzas que consideramos las más representativas del género y
que V. Infantes determina con "elementos suficientes como para considerarlas
primigenias": la Danse macabre francesa, la Wurzburg Totentanz alemana y la Dança General de la
Muerte castellana junto a la versión sevillana de 1520. Pero, primero es
necesario referirnos a algunos antecedentes importantes: el Vado mori, el
Debate del Alma y el Cuerpo, De contemptus mundi y el Encuentro de los
Tres Vivos y los Tres Muertos. Además, no podemos obviar que una buena parte
de la ideología macabra fue heredada del mundo escatológico egipcio y que a esta
cultura debemos una de las obras maestras de la literatura funeraria
universal: El Libro de los Muertos. Los egipcios hacían pasar sus momias
durante sus banquetes y celebraciones como recordatorio de la fugacidad de los
placeres del mundo natural. Aquí encontramos un remoto antecedente de dos
topoi medievales: el tempus fugit y el memeto
mori.
El Vado mori
El Vado mori, poema latino en estrofas
de dos versos (dísticos), junto con otros poemas latinos del siglo XIII
de parecido contenido, son el antecedente argumental de las Danzas. Están
introducidos por la figura del predicador, como las Danças españolas
entre otras, y presentan el desfile característico de personajes, en el mismo
orden jerárquico de mayor a menor importancia como aparece en las Danzas. En el
desarrollo de estos dísticos surgen las Upper Germain Quatrain en
Alemania y, de ellas, la forma en ocho versos característica del resto de Europa
(París, Lübeck, España, etc.). Los poemas latinos carecen de iconografía macabra
en conjunto con el texto. No poseen una estructura espiralada, ni presentan una
forma dialogada capaz de ser representada. Tampoco poseen un espacio ni una
distribución coreográfica que puedan relacionarlos con las Danzas. Pero lo que
más la diferencia de las Danzas es que no presenta a la Muerte como un
personaje. Igualmente, encontramos temas como: igualdad ante la muerte, relación
de jerarquías, meditación sobre la vida; y también topoi como: memento
mori, tempus fugit y vanitas terrenal, que evidencian la relación
estrictamente literaria de estos poemas con las Danzas de la Muerte.
El Debate del Alma y el
Cuerpo
El Debate del Alma y el Cuerpo es
anterior, finales del siglo XII, y presenta como recurso el diálogo, que es
característico de las Danzas. Pero aquí, el diálogo aparece en forma de debate
entre el alma y el cuerpo. No hay muerte personificada ni personajes que
representen los estratos de la sociedad. Tampoco hay danza. Sin embargo, podemos
notar la intención didáctica y moral del texto en que el Alma reprende con
dureza los errores cometidos por el Cuerpo. Nos encontramos con la tópica de los
pecados capitales que aparece en las Danzas, así como también con otros lugares
comunes relacionados con la cosmovisión medieval de lo macabro: descripción de
la podredumbre material de la carne (de putredine cadaverum), castigos
demoníacos y visiones apocalípticas. Hay influencias del mundo clásico, incluso
de la Biblia, que también encontramos en las Danzas.
De contemptus
mundi
La obra del Papa Inocencio III, De
contemptus mundi, fue también compuesta a fines del siglo XII. Es una
reflexión sobre el sentir medieval sobre la muerte. Medita sobre la vanidad de
las cosas terrenales (vanitas), la miseria del hombre en el mundo, la
angustia ante el recuerdo del Juicio Final, y el sentimiento de dignidad del
hombre. Critica la pomposidad y el materialismo de las clases poderosas. Evoca
la iconografía macabra con su descripción de la muerte como putrefacción del
cuerpo. Este poema tuvo gran repercusión en Europa y en el sentir religioso del
hombre cristiano. Creemos que tiene vital importancia por su posible influencia
sobre la ideología de las Danzas, así como en los Ars moriendi latinos y
sus posteriores manifestaciones en las lenguas vernáculas.
El Encuentro de los Tres Vivos y los Tres
Muertos
En 1295, Baudoin de Condé compuso un breve
poema llamado El Encuentro de los Tres Vivos y los Tres Muertos, de
enorme importancia textual e iconográfica para el género que estudiamos. En él
aparecen todos los topoi característicos de las Danzas. Además, muestra
un gran énfasis en el Ars vivendi relacionado con el Ars moriendi
que se funda en el motto: "Quod fuimus, estis, quod sumus, eritis", en el
que se basó el autor del poema. Dicho motto es de origen clásico y
oriental. Era un epitafio bien conocido en el medioevo y está ligado a motivos
iconográficos mortuorios repartidos por toda Europa.
El poema trata sobre el encuentro de tres
jóvenes de la nobleza (o tres reyes) con tres muertos "revividos" que reflejan
el futuro de los primeros. Se entabla un diálogo acerca de la vanidad de las
cosas mundanas (vanitas) y de cómo se debe vivir para evitar el mal morir
(ars vivendi y ars moriendi).
El Encuentro presenta diálogo, elemento
característico de las Danzas; pero los vivos, en lugar de hablar con la Muerte,
dialogan con sus dobles muertos. Esto es más característico de las Danzas de los
muertos. Es posible que estas últimas sean una expansión del poema, en que todos
los miembros de la sociedad encuentran su doble muerto. Por otra parte, este
poema también tiene carácter moral y didáctico.
Un dato muy relevante es que el texto del
poema aparece acompañado de su correspondiente iconografía macabra, como es
propio de las Danzas. Esta representación suele aparecer en manuscritos como los
Libros de Horas y en los murales de las iglesias. En Inglaterra, el poema
se difunde a finales del siglo XIII cuando dos tablas con el Encuentro
representado fueron compradas. La representación de los cuerpos en putrefacción
y los esqueletos en la ilustración del poema hace indudable su relación plástica
con la iconografía macabra de las Danzas.
La Danse macabre
En 1424, una Danza de la Muerte fue pintada en
las paredes del Cementerio de los Inocentes en París. Una vez terminada, John
Lydgare vino de Inglaterra, copió los versos y los tradujo al inglés.
Desafortunadamente, el cementerio debió ser destruido en 1786 debido a que la
tierra estaba contaminada por los cadáveres. Actualmente, sólo conocemos la
Danse macabre francesa a través de su primer copia impresa, que fue
llevada a cabo en París por Guy Machant, en 1485. En la representación gráfica
se evidencia la búsqueda de representar la sociedad. A cada personaje le
corresponde un muerto que es su doble. Los vivos se muestran más rígidos y los
muertos más activos a diferencia de otras representaciones. Muchos personajes
llevan elementos característicos de sus profesiones: el carcelero, llaves; el
clérigo, una cruz, etc. Casi la mitad de los personajes son pertenecientes al
clero, con el fin de enfatizar la importancia de la iglesia en la sociedad
medieval. Los personajes varían el rango de mayor a menor importancia social
desde el principio hacia el final de la Danza. Este orden de los personajes es
característico de las Danzas en general puesto que está basado en la realidad
social de la época.
Los versos del texto también fueron copiados
de las paredes del cementerio. Y las estructuras sociales también se manifiestan
allí. La Danza la inicia el Papa, al que le sigue el emperador, y sucesivamente
se intercalan religiosos y laicos, cada vez de menor rango hasta el final. Pero
estos personajes no dialogan con la muerte, sino con sus dobles muertos, por lo
cual puede discutirse si esta obra sería una Danza de la Muerte o de los
muertos. En esta obra las mujeres aparecen totalmente excluidas de las
jerarquías sociales, lo que sucede también en otras Danzas como, por ejemplo, la
castellana. Por otro lado, existen Danzas únicamente de mujeres como la Danse
macabre des femmes, pero son escasas.
La Wurzburg
Totentanz
La Wurzburg Totentanz es el texto
alemán más importante del género. Se cree que fue compuesta en 1350. En esta
Danza la rígida disposición de la sociedad ha desaparecido. Se mantiene el orden
de los estratos superiores a los inferiores, pero ya no se respeta la
intercalación de personajes del clero y personajes laicos. Además, las mujeres
son incluidas entre los hombres.
La Dança General de la Muerte
En un códice de la Biblioteca del Escorial —el
B.IV.21— se encuentra la Dança General de la Muerte castellana junto con
los Proverbios de Sem Tob, el Tractado de la Doctrina de Veragüe y
la Revelación de un ermitaño. Los estudios sobre su fechación han
sugerido como probable en año 1400 para el redacción del texto y, como
mencionamos anteriormente, algunos críticos piensan que es una adaptación de una
obra francesa del siglo XIV. Su autor es desconocido y carece de representación
gráfica. El texto presenta la misma disposición de los personajes que la Danza
francesa y las únicas mujeres que aparecen son las esposas de la Muerte, que no
participan de la danza, puesto que han sido convocadas como observadoras. Esta
Danza se considera de una calidad literaria sobresaliente entre las demás de su
género.
La edición sevillana de 1520
Se sabe que existió una edición de 1520 de la
Dança General de la Muerte, de origen sevillano, que se ha perdido. Sólo
se conserva una transcripción editada por A. de los Ríos. Algunos investigadores
opinan que esta edición es una versión ampliada de la Dança castellana, mientras
que otros sostienen que el original de esta edición no es el manuscrito
esculariense, sino otro, seguramente más arcaico. Gracias al colofón de la
transcripción tenemos certeza de que esta edición fue impresa en la ciudad de
Sevilla por Juan Varela de Salamanca en 1520.
En la amplificatio que presenta esta
Danza en relación con la castellana, son añadidos personajes representativos de
los estratos más bajos de la sociedad y también las mujeres. La intercalación de
personajes religiosos y laicos se pierde, pero el orden jerárquico se
mantiene.
En el trabajo de investigación realizado hemos
desarrollado las problemáticas básicas del género de las Danzas de la Muerte y
establecido las relaciones fundamentales que presenta con la sociedad en que se
gesta. La muerte es un tema inabarcable e inagotable en el arte en todas sus
formas, ya que es condición del hombre de todas las clases sociales, todas las
religiones, todas las razas y todos los tiempos. Es el fin de la existencia,
pero a la vez su confirmación intachable. Es la tortura del hombre, pero a la
vez el impulso necesario para la búsqueda de la verdadera felicidad. Y esta
dualidad es la que encontramos a lo largo de todo nuestro peregrinaje por los
templos de las Danzas. Su sello en la historia del arte es indeleble. La muerte
es uno de los grandes temas de la literatura y el teatro español, y un tema
constante en el arte universal. Es una rica tradición que se ha iniciado en la
amalgama de expresiones y voces que constituyen las Danzas de la Muerte
medievales.
Notas
(1) El término almacabra como "cementerio moro" aparece posteriormente en Cervantes.
(2) Durante tres años todo el territorio europeo fue víctima de la terrible enfermedad que se denomino Peste Negra debido a las manchas oscuras que aparecían en los cuerpos de las víctimas. El descenso demográfico fue de proporciones nunca vistas en la historia del hombre. En las vísperas de la epidemia la población europea contaba con aproximadamente 85 millones de habitantes; para el año 1400 se había reducido a 45 millones.
Bibliografía
Bajtín, Mijail, La cultura popular en la
Edad Media y en el Renacimiento – El contexto de François Rabelais, Madrid,
Alianza Estudio, 1996.
Capano, Daniel, Análisis del discurso literario, Bs. As., Universidad del Salvador, s.f..
Guglielmi, Nilda, El teatro medieval, Bs. As., Ed. Universitaria de Bs. As., 1980.
Huizinga, J., El otoño de la Edad Media. Estudios sobre las formas de la vida y el espíritu durante los siglos XVI y XV en Francia y los Países Bajos, Madrid, Revista de Occidente, 1971.
Infantes, Víctor, Las Danzas de la Muerte: génesis y desarrollo de un género medieval: (siglos XIII–XVII), Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1997.
Lázaro Carreter, Fernando, Teatro medieval, s.l., Ed. Castalia, 1987.
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Lázaro Carreter, Fernando, Teatro medieval, s.l., Ed. Castalia, 1987.
FUENTE: María Laura Pérez Gras- Publicación de la Facultad de Historia y Letras de la Universidad
del Salvador. Año I Nº 1 Setiembre 2000
Muy bueno! sin embargo faltó la bibliografía de imágenes. Saludos y gracias por compartir!
ResponderEliminarTodas las imágenes están disponibles en la web y son de dominio público. Saludos y muchas gracias!
Eliminar¿Pero dónde?
ResponderEliminarSi lees el artículo, verás que dice claramente: "El género ocupó casi toda Europa. Se han encontrado Danzas en los siguientes países: Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, Suiza y Yugoslavia".
EliminarSaludos