
Las Danzas de la Muerte están íntimamente ligadas con
la literatura, pero no sólo ello: la
pintura, la escultura, el teatro, la danza y la música, y algunas actividades parateatrales como la mímica, la procesión, etc. Sus temas pertenecen al folklore europeo y su génesis,
desarrollo y transmisión plantean problemas debido a la falta de documentación y la variedad de posiciones encontradas de los
investigadores. Se gestan en apenas cincuenta años y llegan a ser un fenómeno
cultural en toda Europa en la última etapa de la Edad Media. Simbolizan la
finitud de la vida, el último arrepentimiento y la postrera ilusión; van
cargadas de un mensaje moral, una ironía estremecedora y una denuncia social del
mundo en que nacieron.
Víctor
Infantes dice que por Danza de la Muerte entendemos una sucesión
de imágenes y textos presididas por la Muerte como personaje central
—generalmente representada por un esqueleto, un cadáver o un vivo en
descomposición— y que, en actitud de danzar, dialoga y arrastra uno por uno a
una relación de personajes habitualmente representativos de las diferentes
clases sociales.
Se trata de una Danza de la Muerte completa, es decir, con texto literario y
representación gráfica, nunca superpuestas o integradas, sino manteniendo su
condición de universos estéticos particulares. Los íconos pueden ser pinturas o dibujos sobre pergamino, papel, tela u
otros materiales y situarse en lugares que van desde el libro al convento,
pasando por el manuscrito, la sala o la lámina; grabados en planchas para una
tirada editorial o tallados sobre los lugares más sorprendentes como una campana
o la vaina de un puñal, o simplemente madera; frescos, relieves y bajorrelieves
en cementerios, iglesias, catedrales, puentes, etc. Independientemente de su técnica o de su ubicación, esta ilustración puede ir o no acompañada
de un texto literario: un escueto pie
explicativo, una composición poética de un número indeterminado de versos y
rimas; una leyenda, el dístico latino, el comento
en prosa o el punzante epigrama.
Cabe destacar que existen danzas solamente gráficas y otras
estrictamente textuales, y que, sin embargo, en su gran mayoría este género presenta una
simbiosis de ambas manifestaciones artísticas.
Indistintamente, este género se conoce con las denominaciones Danza macabra,
Danza de la Muerte y Danza de los muertos. El término macabra no es una mera cualidad, es un problema etimológico. Aparece por primera vez en Francia unida a la palabra
dance en el Respit de la Mort (ca.1376), breve poema de 123 versos compuesto por el procurador Jean Le Fèvre.
Quizás su origen se remonta al término árabe maqâbir que significa
"cementerio", ya que se relaciona con la tradición folklórica arraigada en
Europa sobre la creencia en danzas nocturnas que realizarían los muertos al
salir de sus tumbas en los cementerios(1).
También se ha relacionado el término macabro con el término hebreo
meqaber que significa "enterrador" o "sepulturero", documentado ya en el
Antiguo Testamento. Pero el problema etimológico radica en que sólo en Francia
se la conoce como Danza macabra (Danse macabre), en lugar de
utilizarse esta terminología en España cuya influencia árabe en la literatura y
el arte es de una notable mayor importancia. Igualmente, debemos considerar la
gran difusión de este género en Europa a fines del siglo XIV y la influencia
constante que se evidencia entre los distintos países. En castellano la
inclusión del término macabro es muy tardía: segunda mitad del siglo XIX.
Anteriormente sólo se registra siempre en un contexto de estricta traducción del
Francés, como sucede en un Libro de Horas de principio del siglo XIV de
origen galo.

Huizinga insiste en no confundir la Danza
de la Muerte con la Danza de los muertos. En la primera, la Muerte
—independiente de su caracterización o personificación— hace danzar a vivos que
representan las diferentes clases sociales; mientras que en la segunda es un
doble del vivo el que baila como si fuera un espejo de la Muerte, ya que ésta se
muestra en la figura del muerto reflejando el futuro respectivo del danzante.
Orígenes e ideología
Es uno de los principales problemas a resolver para los investigadores
medievalistas. El gran número de ejemplares del género y de obras que pueden
considerarse como antecedentes, así como sus problemas de fechación, hacen
difícil la tarea de establecer un stemma codicum posible. La gran
diversidad de orígenes de estos ejemplares dificulta aún más la tarea. Uno de
los mayores problemas es poder determinar en qué país el género comienza su
desarrollo. Las opiniones varían según el enfoque particular del tema en cada
crítico:
- H. F. Massmann defiende la primacía de los textos germánicos sobre los franceses e incluso sobre las fuentes latinas medievales;
- W. Fehse dice que el origen de las Danzas es latino y su primer antecedente es el poema latino francés del Vado mori, de evidente influencia en los manuscritos franceses y alemanes;
- Stammler considera muy importante el poema oriental del Encuentro de los Tres Vivos y los Tres Muertos como otro antecedente de las Danzas. Lo considera un eslabón importantísimo en la temprana difusión de la temática macabra. Considera que las Danzas se gestaron en Alemania, ya que la creencia en juergas nocturnas en los cementerios llevadas a cabo por los muertos que salían de sus tumbas proviene de allí.
- J. M. Clark sostiene que la Danza alemana y la española no pueden tener el mismo origen, debido a que la primera es más una Danza de los muertos con ilustraciones y la segunda tiene a la Muerte como figura alegórica y carece de ilustraciones. Además, en sus investigaciones llega a la conclusión de que la Danza española está inspirada en la Danza francesa.
- Contrariamente, Víctor Infantes sostiene la "primacía cronológica de la Danza española frente a sus congéneres europeos".
- Lázaro Carreter dice que el mismo poema confiesa, al frente del prólogo, que es una trasladaçion. En un complejo cuadro de las danzas de la muerte europeas, sitúa a la castellana en una copiosa familia descendiente de la Danse de Macabre francesa, la cual no es su modelo inmediato, y generalmente se admite la superioridad del texto español sobre todos los conocidos. El crítico concluye que este género surge en Francia hacia el siglo XIV.




Relaciones interdisciplinarias en las Danzas de la Muerte
La Iconografía macabra
En sus orígenes la iconografía macabra se
incorpora en los Libros de Horas como un elemento más del ámbito
figurativo del mundo medieval. En ellos podemos encontrar también ilustraciones
de uno de los poemas que mencionamos como antecedente de las danzas: El
Encuentro de los Tres Vivos y los Tres Muertos. Algunos manuscritos con
estas ilustraciones datan del siglo XIII y un gran número de murales se han
conservado desde los siglos XIV y XV.
A fines del siglo XV las Danzas macabras ya
eran un motivo popular en las decoraciones de la arquitectura eclesiástica y
para las ilustraciones de manuscritos y libros impresos. Con la llegada de la
imprenta se produjo un gran número de copias y el acceso a las Danzas fue
posible para un público mayor. La edición impresa del Libro de Horas debe
haber sido muy popular, a juzgar por la gran cantidad de copias que aún se
conservan del período entre 1498 y 1525.


Uno de los problemas más debatidos en el
estudio de las Danzas de la Muerte es su posible constitución dramática. Hay
muchos elementos que parecen confirmar su relación con el género dramático como,
por ejemplo, actividades parateatrales como la procesión, la mímica, la
pantomima, la ceremonia, el sermón, la danza y la música. En relación con la
ideología de las Danzas, destacamos aquí el contraste que se da entre lo profano
y lo religioso: conviven elementos populares como la mímica, la pantomima y la
danza, con elementos litúrgicos como la ceremonia y el sermón.

Sin embargo, la clave del problema es que no
se ha podido probar por medio de ningún documento que las Danzas de la Muerte
medievales hayan sido realmente representadas como obras teatrales. Para muchos
críticos, como Romeu, Mâle, Seelman y Fehse, no cabe duda de que en sus orígenes
tanto las Danzas de la Muerte como las de los muertos eran sermones mimados,
representados y danzados. Se cree que el espacio teatral era la iglesia o el
cementerio y que las escenas dramáticas eran cortas, puesto que esta era la
costumbre teatral en las obras litúrgicas que se llevaban a cabo en las
iglesias. Con el paso de más de un siglo (desde finales del siglo XIII hasta
1424) a estas piezas teatrales se les sumaron elementos literarios, gráficos,
musicales, ideológicos y sociales con un trasfondo de protesta y rebeldía.



La clasificación de la Danzas de la Muerte
dentro del género dramático no está confirmada por el estudio y la crítica
debido a la falta de documentación sobre el tema. Sin embargo, es indudable su
íntima conexión con el teatro medieval.
La danza
El elemento "danza" nos lleva a toda una
concepción coreográfica y espacial vinculada con ritos y costumbres que aparecen
en todos los ámbitos del teatro medieval. Por ejemplo, una de las formas más
divulgadas del teatro medieval inglés es el denominado in the round ("en
la ronda"), que se relaciona con la formación espacial y coreográfica que
encontramos en todas las representaciones gráficas e involucra la idea de
procesión y danza conjunta.

Un ejemplo de danza orgiástica propia de la
misma Edad Media es el ergotismo, que se consideraba una enfermedad causada por
el exceso de centeno. Gente de todos los estratos sociales danzaban tomados de
las manos y vestidos con trapos, aunque algunos desnudos. Los danzantes accedían
al estado de éxtasis debido al constante movimiento. Algunos se arrojaban al
suelo, otros perdían el sentido y caían por tierra. Presentaban convulsiones y
contracciones paroxísticas. Creemos que este fenómeno ha tenido influencia sobre
el género medieval de las Danzas de la Muerte. Las fechas de estas "danzas
convulsionarias" mantienen una sospechosa cercanía con las Danzas.
La música
El elemento "danza" sugiere inevitablemente el
elemento "música". Si tomamos como cierto que en sus orígenes este género era
representado y danzado, debemos considerar su temprana relación con la música.
También el teatro presenta una íntima conexión con la música en los orígenes del
drama medieval y no sólo con exclusivo carácter litúrgico. Los tropos
medievales cantados adquieren una libertad literaria que poco a poco va
acentuando el carácter teatral del texto hasta convertirse en una estructura
dramática.

Antecedentes y obras más representativas del género

En el texto aparecen los topoi característicos
del género: vanitas terrenal; ubi sunt?; de contemptus
mundi; de putredine cadaverum; memeto mori; quattor hominum
novissima que abarcan la muerte, el Juicio Final, el infierno y la gloria;
tempus fugit. Sirven para enfatizar la crítica social, la igualación ante
la muerte y el carácter moral y didáctico de la obra.


El Vado mori, poema latino en estrofas
de dos versos (dísticos), junto con otros poemas latinos del siglo XIII
de parecido contenido, son el antecedente argumental de las Danzas. Están
introducidos por la figura del predicador, como las Danças españolas
entre otras, y presentan el desfile característico de personajes, en el mismo
orden jerárquico de mayor a menor importancia como aparece en las Danzas. En el
desarrollo de estos dísticos surgen las Upper Germain Quatrain en
Alemania y, de ellas, la forma en ocho versos característica del resto de Europa
(París, Lübeck, España, etc.). Los poemas latinos carecen de iconografía macabra
en conjunto con el texto. No poseen una estructura espiralada, ni presentan una
forma dialogada capaz de ser representada. Tampoco poseen un espacio ni una
distribución coreográfica que puedan relacionarlos con las Danzas. Pero lo que
más la diferencia de las Danzas es que no presenta a la Muerte como un
personaje. Igualmente, encontramos temas como: igualdad ante la muerte, relación
de jerarquías, meditación sobre la vida; y también topoi como: memento
mori, tempus fugit y vanitas terrenal, que evidencian la relación
estrictamente literaria de estos poemas con las Danzas de la Muerte.

El Debate del Alma y el Cuerpo es
anterior, finales del siglo XII, y presenta como recurso el diálogo, que es
característico de las Danzas. Pero aquí, el diálogo aparece en forma de debate
entre el alma y el cuerpo. No hay muerte personificada ni personajes que
representen los estratos de la sociedad. Tampoco hay danza. Sin embargo, podemos
notar la intención didáctica y moral del texto en que el Alma reprende con
dureza los errores cometidos por el Cuerpo. Nos encontramos con la tópica de los
pecados capitales que aparece en las Danzas, así como también con otros lugares
comunes relacionados con la cosmovisión medieval de lo macabro: descripción de
la podredumbre material de la carne (de putredine cadaverum), castigos
demoníacos y visiones apocalípticas. Hay influencias del mundo clásico, incluso
de la Biblia, que también encontramos en las Danzas.
De contemptus
mundi
La obra del Papa Inocencio III, De
contemptus mundi, fue también compuesta a fines del siglo XII. Es una
reflexión sobre el sentir medieval sobre la muerte. Medita sobre la vanidad de
las cosas terrenales (vanitas), la miseria del hombre en el mundo, la
angustia ante el recuerdo del Juicio Final, y el sentimiento de dignidad del
hombre. Critica la pomposidad y el materialismo de las clases poderosas. Evoca
la iconografía macabra con su descripción de la muerte como putrefacción del
cuerpo. Este poema tuvo gran repercusión en Europa y en el sentir religioso del
hombre cristiano. Creemos que tiene vital importancia por su posible influencia
sobre la ideología de las Danzas, así como en los Ars moriendi latinos y
sus posteriores manifestaciones en las lenguas vernáculas.

En 1295, Baudoin de Condé compuso un breve
poema llamado El Encuentro de los Tres Vivos y los Tres Muertos, de
enorme importancia textual e iconográfica para el género que estudiamos. En él
aparecen todos los topoi característicos de las Danzas. Además, muestra
un gran énfasis en el Ars vivendi relacionado con el Ars moriendi
que se funda en el motto: "Quod fuimus, estis, quod sumus, eritis", en el
que se basó el autor del poema. Dicho motto es de origen clásico y
oriental. Era un epitafio bien conocido en el medioevo y está ligado a motivos
iconográficos mortuorios repartidos por toda Europa.
El poema trata sobre el encuentro de tres
jóvenes de la nobleza (o tres reyes) con tres muertos "revividos" que reflejan
el futuro de los primeros. Se entabla un diálogo acerca de la vanidad de las
cosas mundanas (vanitas) y de cómo se debe vivir para evitar el mal morir
(ars vivendi y ars moriendi).
El Encuentro presenta diálogo, elemento
característico de las Danzas; pero los vivos, en lugar de hablar con la Muerte,
dialogan con sus dobles muertos. Esto es más característico de las Danzas de los
muertos. Es posible que estas últimas sean una expansión del poema, en que todos
los miembros de la sociedad encuentran su doble muerto. Por otra parte, este
poema también tiene carácter moral y didáctico.

En 1424, una Danza de la Muerte fue pintada en
las paredes del Cementerio de los Inocentes en París. Una vez terminada, John
Lydgare vino de Inglaterra, copió los versos y los tradujo al inglés.
Desafortunadamente, el cementerio debió ser destruido en 1786 debido a que la
tierra estaba contaminada por los cadáveres. Actualmente, sólo conocemos la
Danse macabre francesa a través de su primer copia impresa, que fue
llevada a cabo en París por Guy Machant, en 1485. En la representación gráfica
se evidencia la búsqueda de representar la sociedad. A cada personaje le
corresponde un muerto que es su doble. Los vivos se muestran más rígidos y los
muertos más activos a diferencia de otras representaciones. Muchos personajes
llevan elementos característicos de sus profesiones: el carcelero, llaves; el
clérigo, una cruz, etc. Casi la mitad de los personajes son pertenecientes al
clero, con el fin de enfatizar la importancia de la iglesia en la sociedad
medieval. Los personajes varían el rango de mayor a menor importancia social
desde el principio hacia el final de la Danza. Este orden de los personajes es
característico de las Danzas en general puesto que está basado en la realidad
social de la época.

Los versos del texto también fueron copiados
de las paredes del cementerio. Y las estructuras sociales también se manifiestan
allí. La Danza la inicia el Papa, al que le sigue el emperador, y sucesivamente
se intercalan religiosos y laicos, cada vez de menor rango hasta el final. Pero
estos personajes no dialogan con la muerte, sino con sus dobles muertos, por lo
cual puede discutirse si esta obra sería una Danza de la Muerte o de los
muertos. En esta obra las mujeres aparecen totalmente excluidas de las
jerarquías sociales, lo que sucede también en otras Danzas como, por ejemplo, la
castellana. Por otro lado, existen Danzas únicamente de mujeres como la Danse
macabre des femmes, pero son escasas.
La Wurzburg
Totentanz
La Wurzburg Totentanz es el texto
alemán más importante del género. Se cree que fue compuesta en 1350. En esta
Danza la rígida disposición de la sociedad ha desaparecido. Se mantiene el orden
de los estratos superiores a los inferiores, pero ya no se respeta la
intercalación de personajes del clero y personajes laicos. Además, las mujeres
son incluidas entre los hombres.
La Dança General de la Muerte
Se sabe que existió una edición de 1520 de la
Dança General de la Muerte, de origen sevillano, que se ha perdido. Sólo
se conserva una transcripción editada por A. de los Ríos. Algunos investigadores
opinan que esta edición es una versión ampliada de la Dança castellana, mientras
que otros sostienen que el original de esta edición no es el manuscrito
esculariense, sino otro, seguramente más arcaico. Gracias al colofón de la
transcripción tenemos certeza de que esta edición fue impresa en la ciudad de
Sevilla por Juan Varela de Salamanca en 1520.
En la amplificatio que presenta esta
Danza en relación con la castellana, son añadidos personajes representativos de
los estratos más bajos de la sociedad y también las mujeres. La intercalación de
personajes religiosos y laicos se pierde, pero el orden jerárquico se
mantiene.
En el trabajo de investigación realizado hemos
desarrollado las problemáticas básicas del género de las Danzas de la Muerte y
establecido las relaciones fundamentales que presenta con la sociedad en que se
gesta. La muerte es un tema inabarcable e inagotable en el arte en todas sus
formas, ya que es condición del hombre de todas las clases sociales, todas las
religiones, todas las razas y todos los tiempos. Es el fin de la existencia,
pero a la vez su confirmación intachable. Es la tortura del hombre, pero a la
vez el impulso necesario para la búsqueda de la verdadera felicidad. Y esta
dualidad es la que encontramos a lo largo de todo nuestro peregrinaje por los
templos de las Danzas. Su sello en la historia del arte es indeleble. La muerte
es uno de los grandes temas de la literatura y el teatro español, y un tema
constante en el arte universal. Es una rica tradición que se ha iniciado en la
amalgama de expresiones y voces que constituyen las Danzas de la Muerte
medievales.
Notas
(1) El término almacabra como "cementerio moro" aparece posteriormente en Cervantes.
(2) Durante tres años todo el territorio europeo fue víctima de la terrible enfermedad que se denomino Peste Negra debido a las manchas oscuras que aparecían en los cuerpos de las víctimas. El descenso demográfico fue de proporciones nunca vistas en la historia del hombre. En las vísperas de la epidemia la población europea contaba con aproximadamente 85 millones de habitantes; para el año 1400 se había reducido a 45 millones.
Bibliografía
Bajtín, Mijail, La cultura popular en la
Edad Media y en el Renacimiento – El contexto de François Rabelais, Madrid,
Alianza Estudio, 1996.
Capano, Daniel, Análisis del discurso literario, Bs. As., Universidad del Salvador, s.f..
Guglielmi, Nilda, El teatro medieval, Bs. As., Ed. Universitaria de Bs. As., 1980.
Huizinga, J., El otoño de la Edad Media. Estudios sobre las formas de la vida y el espíritu durante los siglos XVI y XV en Francia y los Países Bajos, Madrid, Revista de Occidente, 1971.
Infantes, Víctor, Las Danzas de la Muerte: génesis y desarrollo de un género medieval: (siglos XIII–XVII), Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1997.
Lázaro Carreter, Fernando, Teatro medieval, s.l., Ed. Castalia, 1987.
Capano, Daniel, Análisis del discurso literario, Bs. As., Universidad del Salvador, s.f..
Guglielmi, Nilda, El teatro medieval, Bs. As., Ed. Universitaria de Bs. As., 1980.
Huizinga, J., El otoño de la Edad Media. Estudios sobre las formas de la vida y el espíritu durante los siglos XVI y XV en Francia y los Países Bajos, Madrid, Revista de Occidente, 1971.
Infantes, Víctor, Las Danzas de la Muerte: génesis y desarrollo de un género medieval: (siglos XIII–XVII), Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1997.
Lázaro Carreter, Fernando, Teatro medieval, s.l., Ed. Castalia, 1987.
FUENTE: María Laura Pérez Gras- Publicación de la Facultad de Historia y Letras de la Universidad
del Salvador. Año I Nº 1 Setiembre 2000
Muy bueno! sin embargo faltó la bibliografía de imágenes. Saludos y gracias por compartir!
ResponderEliminarTodas las imágenes están disponibles en la web y son de dominio público. Saludos y muchas gracias!
Eliminar¿Pero dónde?
ResponderEliminarSi lees el artículo, verás que dice claramente: "El género ocupó casi toda Europa. Se han encontrado Danzas en los siguientes países: Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, Suiza y Yugoslavia".
EliminarSaludos