Don Marcelino Menéndez Pelayo sostiene que la juglaría es un modo de mendicidad, más alegre y socorrido y en ella se refugiaban lo mismo infelices lisiados que truhanes chocarreros, estudiántes noctámbulos, clérigos, vagabundos y tabernarios (goliardos), con gran aptitud artística, con gusto por la vida al aire libre. Por su parte, en su libro Poesía juglaresca y juglares, Ramón Menéndez Pidal no concuerda con su par. El juglar no es mendigo, en general no era pobre y con posición social aventajada en algunos casos. Los juglares son todos los que se ganaban la vida actuando ante un público, para recrearlo con la música, la literatura, la charlatanería, juegos de mano, acrobatismo, mímica, etc. Tienen por oficio alegrar a la gente. Los solaces principales son el canto y la música. Toman un nombre distinto del de pila, sonoro y significativo: Alegret, Pedro Agudo, Corazón, Bonamís...; hay también juglaresas y soldaderas como María Sotil, o la danzadera Graciosa Alegre. Muchas veces toman el nombre del instrumento que emplean, como Cítola (juglar de Alfonso X), Cornamusa, o burlescos Malanotte, Maldicorpo, Ancho. Visten trajes vistosos, colores vivos y abigarrados, y muchas veces los cortes eran de gusto exquisito.
Los escritores eclesiásticos emplean términos clásicos para referirse a los que practican espectáculos indecorosos y condenables: mimi, histriones, thymelici (tipos procedentes del teatro romano). Es en el siglo VI cuando se encuentra el término "joculatoria", "burla"; un siglo más tarde, la forma "jocularis" designa al histrión. Con el nombre de "juglaría" se designa primero al oficio o menester propio del juglar; diversión o espectáculo que proporciona el juglar, y luego pasa a significar "burla, chanza". El proceso etimológico implica que parta del acusativo singular * joculare. La vocal cerrada /u/ breve abre un grado; la consonante oclusiva velar sorda /k/ sonoriza en posición intervocálica; la vocal semiabierta /o/ cierra un grado; la vocal en posición final desaparece: * joculare } * jogolar } juglar, palabra que hubo de tomar como una de las acepciones "poeta en lengua romance".
Estos personajes conviven con los cantores musulmanes; el poeta árabe viaja como los juglares, sirve de mensajero de estos, recibe oro y vestidos. La influencia musulmana se da desde la Alta Edad Media, cuando Muccadam ben Moafa el Cabrí inventa a fines del siglo IX sus moaxajas.
Desde el siglo XI, surge una nueva denominación para el poeta más alto y no ejecutante: trobador, en el sur de Francia; allí se dignificó el idioma vulgar langue d'oc o lengua de oc, apropiado para la poesía lírica de las altas clases sociales. Trovador es el que inventa o crea. El juglar se gana la vida con cantos o versos ajenos, menos noble aunque más antiguo que el trovador. Este no canta por oficio, aunque sea pobre; es el poeta de las clases cultas, social e intelectualmente superior al juglar, instruido.
Giraldo Riquier pertenecía a la corte castellana y envió a Alfonso X la famosa "Suplicatio al rey de Castela per lo nom dels juglares". En ella decía que la juglaría no era hacer monerías e ir a la taberna a gastar las monedas ganadas, sino inventada por doctos para poner "a los buenos en camino de alegría y de honor". Pidió que se llamara "juglares" a los que tocaban instrumentos solo para diversión momentánea, y trovador al que sabía tocar, componer, hacer versos.
En España reciben diversos nombres:
- juglares: tañen instrumentos;
- remedadores: contrahacen o imitan;
- segrieres, segreres o segreles: pertenecen a una clase intermedia entre trovador y juglar, exclusiva de la escuela galaico-portuguesa; suele ser un escudero que no puede aspirar a caballero y necesita de medios para vivir; van por todas las cortes; entre ellos, Bernaldo de Bonaval, Pero Da Ponte, Pedro Añez, Solaz, Pedro Amigo;
- cazurros: faltos de buenas maneras; practican un arte vil por plazas y calles; deshonrosos;
- bufones: se fingen locos, sin vergüenza; responden al tópico del ridendo dicere verum.
Riquier pidió distinción entre juglar y trovador
Juglar: tañe instrumento y canta versos del trovador o acompaña a este con instrumentos. Viaja con el trovador o solo, acude a este para pedirle canciones para ganarse la vida. El espíritu artístico está limitado a 3 condiciones esenciales: donaire, voz y fie memoria. En desprestigio cada vez mayor: ante la pérdida del poetizar, deviene menestrel/ministril. Suele ser villano.
Trovador: compone, no trabaja por oficio; trata al juglar altanera o desdeñosamente, al que considera carente de naturaleza poética inventiva. Para publicar canciones y divulgar, lo toma a su servicio.
Los juglares judíos tenían menor importancia que los moros; solo Ismael y su mujer figuran en Castilla, junto a 15 moros. Sin embargo, el Arcipreste de Hita coloca cantaderas judías al lado de las moras; concurrían juglares de las 3 religiones.
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